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El Perdón

El acto de perdonar está en el corazón mismo de la fe cristiana. Jesús lo enfatiza al enseñarnos cómo orar en el Padre Nuestro, al vincular el perdón de Dios de nuestra deuda con la deuda que debemos perdonar a los demás.

Sabemos que el perdón es difícil, tal vez no de comprender, pero sí de vivirlo. También sabemos que las acciones hablan mucho más que las palabras. Pero las palabras pueden ilustrar y formar nuestras acciones. Esto es lo que se siente cuando nos adentramos en los conceptos prácticos de cómo otras culturas e idiomas abordan el perdón.

El tzeltal, un idioma hablado por indígenas mexicanos, traduce el perdón como "sacar el pecado de otro del corazón", no su corazón, sino el tuyo. Esto se repetido en el kuna de San Blas (de Colombia y Panamá), que traducen el perdón como "borrar el corazón malo", o misquito (hablado en Honduras y Nicaragua) como "sacar la culpa de un hombre de tu corazón".

El perdón sana nuestro propio corazón, nos "libera" como dice la lengua lahu, hablada en Asia del este y sudeste, también extiende el potencial de la mutua sanidad a la persona que se perdonó. Porque según el parbate kham occidental, hablado en Nepal, "guardar rencor" significa que "tienes a alguien colgado en tu corazón", lo que sólo puede resolverse perdonando o "descolgando a alguien".

¿Quién está colgado a tu corazón hoy? ¿El pecado de quién necesitas borrar? ¿Dónde necesitas ser liberado y sanado? Pídele a Dios que te ayude a "descolgar" a esa persona, por su bien y por el tuyo, tal como Dios mismo te ha perdonado.