El gobierno de Cristo en nosotros Muestra

Mi nuevo nacimiento

A la luz de la Escritura, observamos dos tipos de nacimiento: un primer nacimiento que todo ser humano en esta tierra tiene, el nacimiento natural en la carne y un segundo nacimiento, el espiritual que no todos los seres humanos experimentan, el cual lleva en sustancia y experiencia el propósito de Dios marcado en el interior del corazón. 

El propósito de Dios se experimenta realmente cuando da fruto la semilla divina, la semilla de Dios, en el corazón del hombre pues fue colocada ahí con toda la capacidad en ella misma para poder apreciar dicha vida. Dios nos permite experimentar su amor, su fe, su luz y su gracia con el fin de direccionar nuestro corazón a su gobierno y a su reino. Ese es su propósito, lo que Dios busca y desea. 

Hay un plan que va mucho más allá que cualquier aspiración que nosotros podamos imaginarnos dentro de este plano natural. Quizás tengamos la idea de que hemos nacido para alcanzar tal cosa, o para estudiar y tener tal profesión. Esas razones pueden sonar muy interesantes al alma o al corazón humano, pero ninguna de esas cosas son el propósito de Dios. Cuando hacemos de esas razones nuestro propósito, entonces les dedicamos todo nuestro ser pues ellas llegan a ser nuestro tesoro. 

¿Has observado gente que vive para trabajar? El trabajo a ellos se les convierte en la razón de ser de su vida y dicen: «yo solo le pido a Dios que me dé salud y fuerza… lo demás lo resuelvo yo». Mientras la persona tenga vida, salud y fuerza, esa persona dedica su todo a eso que ella asume que es su propósito. Ahí está su tesoro pues la Biblia dice que donde está nuestro tesoro allí está nuestro corazón. 

En el caso de la vida de la semilla divina, es completamente diferente a este enfoque unilateral y limitado, pues cada una de las realidades que experimentamos de Dios van direccionando el corazón del hombre al propósito divino, el propósito eterno que es el gobierno interno de Cristo en nuestros corazones.

Te invitamos a meditar en esto:

¿Has experimentado el nacimiento espiritual, o sigues viviendo en el vacío e inconformidad del nacimiento natural?