Oración de rompimientoMuestra
Orando de acuerdo a la voluntad y la Palabra de Dios
Uno de los propósitos fundamentales de la oración es que la voluntad de Dios sea hecha en la tierra, como es en el cielo. Jesús era un Hombre de oración y lo que caracterizó Su vida fue Su firme deseo de agradar a Su Padre y hacer Su voluntad. (Vea, por ejemplo, Mateo 6:9–10; 26:39, 42; Juan 4:34). Así que, cuando alguien escasamente ora para que Dios cumpla sus deseos personales, está demostrando no conocer a Dios realmente. Cuanto más íntima sea nuestra comunión con Él, más claramente entenderemos sus planes y propósitos.
Para que oremos del cielo a la tierra, tenemos que estar en unidad y armonía con el Padre. Según esto, el objetivo de la oración es que nuestro espíritu esté alineado con el Espíritu Santo de Dios, Quien habita en nosotros, para que lo divino que hay en nosotros llame a lo divino del cielo. Nuestras oraciones deben buscar cumplir Su voluntad como nos es revelada por el Espíritu Santo a través de Su Palabra. Por ejemplo, la Escritura nos enseña que es la voluntad de Dios que todas las personas se arrepientan y se reconcilien con Él. Al respecto, el Apóstol Pedro escribió, “El Señor no retarda su promesa, según algunos la tienen por tardanza, sino que es paciente para con nosotros, no queriendo que ninguno perezca, sino que todos procedan al arrepentimiento” (2 Pedro 3:9).
Nuestra capacidad de influenciar en nuestras propias circunstancias y en el mundo que nos rodea aumentará a medida que aumenta nuestro conocimiento de la Palabra de Dios. Nunca podremos ir por encima de este conocimiento; por eso, continuamente debemos conocer más de Dios y de Su Palabra, a fin de ser establecidos en la verdad.
Solo Su Palabra justifica y respalda las peticiones y declaraciones que hacemos en oración ante Su trono. Orar desde el alma, o desde el centro de nuestros deseos y emociones, no es lo mismo que orar conforme a la Palabra. Nuestras almas no siempre están alineadas al propósito de Dios, así que cuando la gente ora de esa manera, a menudo le piden a Dios cosas que Él no ha prometido darles o declaran cosas que no están en Su Palabra. Esas oraciones generalmente están basadas en la autocompasión e intentan controlar o manipular una situación. Además, son subjetivas porque, dependiendo de la emoción del momento, alguien puede pedir cualquier cosa y después otra. Lo que pide no tiene estabilidad, mucho menos un fundamento divino o propósito de reino.
¿Qué deberíamos hacer para orar correctamente? Debemos dejar de orar desde el centro de nuestras emociones y empezar a orar de acuerdo con el fundamento sólido de la Palabra de Dios. Cuando vamos ante Dios, debemos permanecer en Él y aferrarnos a lo que dice Su Palabra eterna, aún en medio de la peor situación que podamos estar atravesando.
Cuatro principios para recibir respuestas a su oración
¿Cómo podemos alinearnos con los propósitos de Dios y recibir respuestas inmediatas y aceleradas a nuestras oraciones? Necesitamos conocer —y tomar acción— la revelación contenida en estos cuatro principios de la voluntad de Dios, los cuales nos permitirán vencer todo estancamiento espiritual:
1. Conocer la voluntad de Dios
La voluntad de Dios no es algo que se pueda conocer de manera natural. No hay método científico para comprenderla. Tampoco la mente humana puede entenderla instintivamente. Es algo que el Espíritu Santo nos revela cuando mantenemos una relación con Él. Para que podamos conocer la voluntad de Dios, primero es necesario conocerlo como Persona. Para eso, debemos caminar con Él diariamente, dedicando tiempo para la intimidad por medio de la oración, así como para leer y estudiar Su Palabra.
2. Permanecer en la voluntad de Dios
Conocer la voluntad de Dios es una cosa, pero permanecer firmes en ella es otra. Jesús dijo, “Si permanecéis en mí, y mis palabras permanecen en vosotros, pedid todo lo que queréis, y os será hecho” (Juan 15:7). Permanecer en el Señor es caminar en Su voluntad. Para esto, es necesario abandonarnos por completo a Él, permitiéndole trabajar en toda Su plenitud. Cuando llegamos a ese punto, ya no insistimos en poner nuestra voluntad por encima de la de Él; más bien, nos rendimos libremente a Sus propósitos y deseos.
3. Hacer la voluntad de Dios
“Pero sed hacedores de la palabra, y no tan solamente oidores, engañándoos a vosotros mismos” (Santiago 1:22). No basta con conocer la voluntad de Dios; es necesario hacerla. Si no actuamos o caminamos en ella, nos volvemos simples “religiosos” y nuestra fe se apaga, independientemente de cuánto conocimiento tengamos. Cuando hacemos Su voluntad, nos sincronizamos con el ritmo de la fe. “Así que la fe es por el oír, y el oír, por la palabra de Dios” (Romanos 10:17); pero vemos la manifestación de nuestra fe cuando actuamos de acuerdo con lo que hemos escuchado de Dios. No hacer la voluntad de Dios equivale a nunca haberlo escuchado. Cuando alguien no actúa de acuerdo con el conocimiento espiritual que ha recibido o aprendido, el diablo viene y lo hace dudar y el ritmo de la fe se pierde. (Vea, por ejemplo, Mateo 13:19).
4. Hablar de acuerdo con la voluntad de Dios
El cuarto principio fundamental para que nuestras oraciones sean contestadas es que debemos hablar la voluntad de Dios. Esto se refiere a declarar y decretar Su voluntad. Si conocemos a Dios, Su voluntad nos es revelada y, si permanecemos en Su voluntad y la hacemos, cuando hablamos, Su respuesta es inmediata. Cuando Jesús hacía milagros, Él no oraba pidiéndole a Dios que sanara a los enfermos, sino que declaraba: “¡Sé sano!” o “¡Levántate y anda!” Cuando vivimos en unidad con la voluntad de Dios y declaramos algo es como si Dios mismo lo estuviera hablando, porque decretamos en Su nombre, en Su autoridad y desde Su identidad.
Si su vida está alineada con estos cuatro principios de la voluntad de Dios, usted tiene acceso al poder y autoridad de Dios. Ahora usted tiene el mismo poder que Jesús tenía cuando estaba en la tierra para actuar en Su nombre. Jesús dijo, “No puedo yo hacer nada por mí mismo; según oigo, así juzgo; y mi juicio es justo, porque no busco mi voluntad, sino la voluntad del que me envió, la del Padre” (Juan 5:30). Este conocimiento de la voluntad del Padre fue el secreto de Su éxito cada vez que tuvo que demostrar el poder de Dios.
Es necesario examinar nuestros corazones para comprobar si en verdad estamos alineados a la voluntad de Dios. Si no hablamos y actuamos conforme a Su perfecta voluntad, estamos en pecado de desobediencia; por lo tanto, debemos arrepentirnos y alinearnos a Sus propósitos y anhelos. En el momento que nos arrepentimos, nos ponemos en armonía con el cielo.
Pensamiento: No permanecemos en la voluntad de Dios por accidente, sino por obediencia intencional a la revelación de Sus propósitos.
Acerca de este Plan
La oración es un lugar. Un lugar secreto en el Espíritu. Un lugar de encuentros divinos con nuestro Padre celestial donde le expresamos nuestro amor, donde invitamos Su presencia, donde recibimos Su revelación y guía. Donde somos empoderados para servir a Sus propósitos en la tierra. Descubra las llaves esenciales para hacer Oraciones de Rompimiento, incluyendo cómo recibir respuesta a sus oraciones según la voluntad y la Palabra de Dios.
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Nos gustaría agradecer a por proporcionar este plan. Para obtener más información, visite: https://www.espanolwh.com/book-authors/guillermo-maldonado/