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Oración de rompimientoMuestra

Oración de rompimiento

DÍA 6 DE 10

La regla de oro de la oración

Durante los tres años y medio que los discípulos de Jesús caminaron con su Maestro, hubo al menos dos asuntos espirituales importantes que ellos no entendieron por completo. Uno, como indicamos anteriormente, fue la oración; por eso, los discípulos le pidieron a Jesús que les enseñara a orar. El otro es la fe.

La ley de la fe

Esto nos lleva a la “Regla de oro de la oración”, que afirma que la oración comienza cuando creemos y reconocemos la existencia y las cualidades de Dios. La “ley de la fe” establece que no podemos creer en algo si no tenemos la certeza de que aquello existe. En consecuencia, no podemos creer en Dios si no sabemos que Él es real. La Escritura aclara al respecto que “sin fe es imposible agradar a Dios; porque es necesario que el que se acerca a Dios crea que le hay, y que es galardonador de los que le buscan” (Hebreos 11:6). Cuando oramos, estamos afirmando nuestra creencia de que Dios es real y está disponible para nosotros, aquí y ahora.

Por medio de la fe creemos en la existencia de Dios y en la realidad de las cosas invisibles. Así, a través de la oración nosotros afirmamos nuestra creencia, ya que si Él no existiera no habría razón para orar. Por lo tanto, el origen de nuestras oraciones es Dios mismo. Solo los necios niegan su existencia (vea Salmos 14:1), pero Dios no espera que alguien crea en lo que no conoce. Nosotros creemos en Dios porque Él existe y se nos ha revelado. Todo entre Dios y el hombre comienza con el conocimiento de Dios.

Jesús dijo, “Vosotros, pues, oraréis así: Padre nuestro que estás en los cielos, santificado sea tu nombre” (Mateo 6:9). En otras versiones de la Biblia, la palabra “santificado” se traduce como “santo”, “sagrado” u “honrado”. Comenzamos a recibir la revelación de la oración cuando afirmamos o reconocemos la santidad de Dios y le damos honra, porque Él es digno de recibir nuestra adoración. No podemos simplemente entrar a Su presencia e inmediatamente darle nuestra lista de peticiones. No deberíamos presentar ninguna petición ante el trono de Dios, a menos que primero reconozcamos Su existencia y lo honremos por lo que Él es. De acuerdo con la regla de oro de la oración, debemos reconocer al Señor como Dios Todopoderoso, Santo, Padre eterno, Rey de reyes, Señor de señores, y el gran YO SOY.

Cuando no tomamos tiempo para afirmarlo y honrarlo, estamos cometiendo una violación a la regla de oro de la oración. ¿Qué hace nuestra afirmación? Reconoce y declara que nadie puede ponerle límites al Dios eterno. “Dios no es hombre, para que mienta, ni hijo de hombre para que se arrepienta. Él dijo, ¿y no hará? Habló, ¿y no lo ejecutará?” (Números 23:19). Escrito está, ¡Dios no es un hombre! Por lo tanto, nunca debemos pensar en Él y Sus capacidades en términos humanos. Él es la autoridad suprema del cielo y la tierra. Él es nuestro Creador y Padre, un Ser supremo con habilidades sobrenaturales, que demanda que le adoremos “en espíritu y verdad” (Juan 4:23–24).

Dios ahora vive entre Su pueblo

Muchas personas tienden a creer que Dios es un Ser lejano, que habita fuera de ellos. Una de las razones para creer esto es que, en el Antiguo Testamento, Dios solo se revelaba a Sí mismo fuera de los seres humanos porque, después de la caída de la humanidad, ya no moraba dentro de la gente. El caso de Moisés es solo un ejemplo. Cuando Dios llamó a Moisés, le habló desde una zarza ardiendo (vea Éxodo 3:1–4); luego, cuando Moisés le pidió a Dios ver Su gloria, él solo pudo ver Su “espalda” (vea Éxodo 33:18–23). Pese a lo extraordinaria que pudo haber sido esa experiencia, Moisés nunca tuvo la revelación de Dios habitando dentro de él.

Hoy en día, muchos cristianos siguen creyendo que Dios está lejos de su alcance, pero la relación del hombre con el Padre cambió después de la muerte y resurrección de Jesús, y el regalo del Espíritu Santo. La buena noticia es que Dios ahora vive en nosotros por medio de Su Santo Espíritu. Este fue uno de los propósitos de la obra de Cristo en la cruz. Aunque Moisés nunca tuvo la revelación de que Dios vivía en él, pudo hablar con Dios como un amigo. (Vea Éxodo 33:11). ¿Cuánto más podemos conocer al Señor como nuestro Amigo a través del Espíritu? Recuerde que cuando Jesús murió, el velo del templo que separaba a Dios del hombre se rasgó en dos. Desde entonces, aquellos que creemos en Él y lo hemos recibido en nuestras vidas tenemos libre acceso a la presencia de Dios, en cualquier momento y en cualquier lugar.

Pensamiento: Cuando oramos, afirmamos que Dios está vivo y que está con nosotros y en nosotros.

Día 5Día 7

Acerca de este Plan

Oración de rompimiento

La oración es un lugar. Un lugar secreto en el Espíritu. Un lugar de encuentros divinos con nuestro Padre celestial donde le expresamos nuestro amor, donde invitamos Su presencia, donde recibimos Su revelación y guía. Donde somos empoderados para servir a Sus propósitos en la tierra. Descubra las llaves esenciales para hacer Oraciones de Rompimiento, incluyendo cómo recibir respuesta a sus oraciones según la voluntad y la Palabra de Dios.

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Nos gustaría agradecer a por proporcionar este plan. Para obtener más información, visite: https://www.espanolwh.com/book-authors/guillermo-maldonado/