Oración de rompimientoMuestra
La prioridad de la oración
La oración es una comunicación de dos vías —es un diálogo, donde hablamos con Dios y Él nos escucha y responde— generando así una relación del ahora, que es presente y continua. La comunicación con nuestro Padre celestial es lo que le da vida a esa relación.
Cuando esta comunicación cesa, nuestro conocimiento de Él también se detiene. Entonces empezamos a asumir cosas sobre Dios, porque hemos dejado a un lado la manera de conocerlo. La falta de comunicación nos desconecta del Señor y la relación empieza a morir. Incluso, si todo el tiempo le hablamos a Dios y no dejamos tiempo para escuchar lo que Él nos está respondiendo, en realidad no estamos orando, sino que estamos sumidos en un monólogo.
Escuchando de parte de Dios
La prueba de haber escuchado de Dios son los frutos que manifiestan Su poder, Su amor y un cambio radical en nuestros corazones. La comunicación con Dios no está basada tanto en lo que decimos, sino en escuchar lo que Él tiene que decirnos. Solo podemos oír a nuestro Padre celestial cuando tenemos una relación cercana, íntima y cara a cara con Él. Ciertas personas aseguran haber oído a Dios, pero los frutos de su intimidad con Él son prácticamente inexistentes. “Así que, por sus frutos los conoceréis” (Mateo 7:20).
¿Es posible tener una relación estrecha con Dios? Sí, es posible, ¡y Dios quiere que usted la tenga! Pero esto no es algo que ocurre inmediatamente. Como toda relación, debe ser cultivada para que crezca. Lo primero que debe hacer un cristiano a fin de desarrollar una relación cercana con Dios es darle prioridad a su comunicación con Él. De hecho, el reino de Dios está edificado sobre la estructura de una relación.
Orando desde un lugar de relación
Esto significa que nuestra interacción con Dios no puede ser mecánica. Es imposible orar desde una posición que no sea la de una relación. Jesús dijo, “Si permanecéis en mí, y mis palabras permanecen en vosotros, pedid todo lo que queréis, y os será hecho” (Juan 15:7). El vino a enseñarnos una teología relacional para que pudiéramos acercarnos al Padre sin reservas. Él demostró este propósito en el momento mismo de Su muerte en la cruz, cuando el velo del templo fue rasgado de arriba hacia abajo. (Vea Mateo 27:50–51; Marcos 15:37–38). Hasta entonces, el velo no le permitía al pueblo entrar al Lugar Santísimo, con la excepción del sumo sacerdote, quien podía entrar solamente una vez al año, el Día de la Expiación. Que el velo se rasgara de esa manera significó que, a partir de ese momento, el camino a la presencia de Dios iba a permanecer abierto para siempre. Desde ese instante, cultivar una relación con Dios a través de la comunicación continua es responsabilidad del creyente.
Muchas personas tienen necesidades que solo Dios puede suplir, pero no quieren tomarse la molestia de establecer una relación con Él; como consecuencia, lo tratan como una “máquina expendedora de milagros”. Solo quieren venir, poner “dinero” y que lo que desean les sea entregado. Pero Dios no funciona así. En ciertas ocasiones, por Su misericordia, Él responde las oraciones de la gente, independientemente de si tienen o no una relación cercana con Él, pero lo más probable es que la próxima vez que lo busquen para algo, ya no responda. Más que suplir necesidades, Él quiere tener una relación permanente con nosotros. Por eso, el discípulo amado de Jesús escribió, “Lo que hemos visto y oído, eso os anunciamos, para que también vosotros tengáis comunión con nosotros; y nuestra comunión verdaderamente es con el Padre, y con su Hijo Jesucristo” (1 Juan 1:3). Si la relación existe, Dios se encargará de suplir todas nuestras necesidades. (Vea Mateo 6:33).
La vida de Jesús es un ejemplo de oración continua. Por ejemplo, leemos:
Levantándose muy de mañana, siendo aún muy oscuro, salió y se fue a un lugar desierto, y allí oraba. (Marcos 1:35)
La oración mantuvo a Jesús en una relación estrecha con Su Padre. En consecuencia, todos los milagros de Jesús eran el resultado de Su vida de oración. Jesús sabía que el Padre no dejaría ninguna de las oraciones de Su hijo sin respuesta. (Vea, por ejemplo, Juan 11:42). Lo mismo ocurrirá con usted si mantiene una relación con Dios: todas sus necesidades serán provistas y no carecerá de cosa alguna.
Nuestra prioridad número uno
Una relación con Dios que no incluya intimidad y tiempo de calidad con Él será superflua y basada únicamente en la conveniencia. Tenemos que poner nuestra comunión con Él en el primer lugar de nuestras vidas. Dios quiere nuestra total y absoluta atención. En el mundo de hoy, a menudo estamos tan ocupados haciendo cosas, que nos olvidamos de que nuestra relación con Dios es más importante que cualquier otra cosa. Estamos tan ocupados aún con actividades del ministerio, que nos olvidamos que nuestra prioridad número uno es nuestro tiempo con Él. Hoy, Jesús nos está llamando a tener una relación cercana con el Padre. ¡Debemos volver a la oración! ¡Debemos restablecer nuestra comunión con Dios!
Pensamiento: Para desarrollar una relación cercana con Dios, debemos invertir tiempo de calidad en la oración.
Acerca de este Plan
La oración es un lugar. Un lugar secreto en el Espíritu. Un lugar de encuentros divinos con nuestro Padre celestial donde le expresamos nuestro amor, donde invitamos Su presencia, donde recibimos Su revelación y guía. Donde somos empoderados para servir a Sus propósitos en la tierra. Descubra las llaves esenciales para hacer Oraciones de Rompimiento, incluyendo cómo recibir respuesta a sus oraciones según la voluntad y la Palabra de Dios.
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Nos gustaría agradecer a por proporcionar este plan. Para obtener más información, visite: https://www.espanolwh.com/book-authors/guillermo-maldonado/