La verdadera comisiónMuestra
¿Conocimiento o revelación?
¿Alguna vez te has preguntado qué fue lo que hizo que esos mismos discípulos que abandonaron, negaron y vieron a Jesús crucificado a lo lejos, luego hayan dado sus vidas por él y por la expansión del mensaje del evangelio? ¿Cómo se produjo ese cambio?
En el día de ayer, vimos que hubo un antes y un después de la cruz. Después de resucitar, Jesús pasó cuarenta días con sus discípulos, dándoles instrucciones adicionales por medio del Espíritu Santo y les habló acerca del reino de Dios.
¿Podríamos decir entonces que esta impartición de conocimiento, que esta revelación fue lo que produjo ese cambio? Sí y no. El conocimiento fue el primer paso, lo que definitivamente produjo el cambio fue la revelación. El conocimiento sin revelación envanece, la revelación produce amor.
El conocimiento sin revelación es filosofía, es vanidad, y lo único que produce es envanecimiento. Cuando una verdad de la Escritura es revelada a nuestras vidas por obra del Espíritu Santo, definitivamente produce amor, nos permite comprender quiénes somos, que somos parte de un propósito eterno y que tenemos parte en el plan de Dios como hijos del Altísimo.
La verdad revelada nos permite entender que antes de Dios pertenecíamos a una raza caída, que fuimos sacados del dominio de la potestad de las tinieblas y que pasamos a formar parte de un reino inconmovible (Hebreos 12:28).
Antes vivíamos sin Dios, sin destino, en pecado, sin esperanza y sin familia (Efesios 2:12–13). Pero para la gloria de Dios, hemos sido rescatados de las tinieblas a la luz gracias al amor de Cristo. Este amor, la comprensión de un amor inagotable, real y sacrificial, produce un cambio, un nuevo nacimiento; produce revelación. Podríamos expresarlo a través de esta ecuación:
Conocimiento + Revelación = Transformación
Este cambio se ve, se nota, es evidente. Esta persona se enamora de Cristo, vive para Cristo, nada ni nadie lo puede separar de su amor. El precio que Jesús pagó por nosotros es tan grande, y su amor por nosotros es tan maravilloso, que pasamos de querer vivir para nosotros, a no poder concebir la vida misma, si esta no tiene como propósito vivir para él, para su gloria.
Es por ello que el discipulado debe tener como objetivo el enamorarnos de Cristo. Vivir por Jesús y para Jesús cada día de nuestras vidas. Es la revelación de su amor inagotable lo que producirá en nosotros una transformación evidente y que atraerá almas de las tinieblas a la luz de Cristo.
Mi pregunta para ti hoy es: ¿Qué es lo que más amas en la vida? La respuesta a esa pregunta indicará el motor, el significado último de tu vida.
Acerca de este Plan
Después de la cruz, Jesús pasó cuarenta días con sus discípulos en un curso intensivo donde ya no habló por parábolas, sino que directamente reveló el plan eterno. Esta capacitación fue tan impactante que hizo que ninguno de ellos nunca más traicionara el propósito eterno que estaba sobre sus vidas. En estos días, nos proponemos develar en qué consistió este gran cambio. ¡Súmate a este transformador viaje de discipulado radical!
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Nos gustaría agradecer a American Bible Society / El Centro Network por proporcionar este plan. Para obtener más información, visite: https://www.americanbible.org/