[Serie Dichosos los que sufren] Consuelo al quebrantado de corazón Muestra

¡No puede ser cierto!

¿Acaso no es lo primero que pasa por nuestra cabeza al recibir malas noticias? Nuestra primer reacción suele ser incredulidad, conmoción. No podemos aceptar lo que está pasando, nos parece mentira. Negar la realidad es una respuesta más que normal ante la noticia de la muerte de un ser querido. No podemos creer que de verdad nos esté pasando. 

El salmo que vamos a compartir en el día de hoy expresa en manera clara y viva los sentimientos y las sensaciones que sentimos ante la conmoción e incredulidad de malas noticias. El salmista nos cuenta que suspira, que su corazón late de prisa, que su vista se nubla y que las fuerzas lo abandonan.

Lo primero que nos pasa es que pareciera que se nos corta la respiración, el cuerpo reacciona para defendernos ante lo que parece ser un ataque. La adrenalina hace que nuestro corazón comience a latir más fuerte para hacernos reaccionar ante una posible amenaza. Es instintivo, parte de nuestra naturaleza humana, del instinto de supervivencia. 

No hay libro de la Biblia que exprese de mejor manera las emociones y los sentimientos humanos como los Salmos. El lenguaje poético permite la expresión honesta y sincera del ser humano. El escritor nos cuenta que se siente abandonado, sus mejores amigos y parientes se mantienen distantes, se siente solo.

En ese momento, en que sus fuerzas lo abandonan y ya no puede más, nos muestra el camino a seguir. En vez de callar y esconder su dolor, alza su voz y clama al cielo: ¡Señor, no me dejes solo! ¡No te alejes de mí! ¡Ven pronto en mi ayuda!

Si es así como te sientes, te animo a que al igual que el salmista, alces tu voz al cielo. Que clames a tu Salvador, a quien puede darte el consuelo que estás necesitando. Dichoso eres porque recibirás consuelo. El salmista continúa diciendo que Dios conoce sus deseos, conoce aun sus suspiros. Es verdad, Dios conoce hasta nuestro suspirar, nada le es secreto. Tu amado Padre celestial conoce y sabe perfectamente cuál es tu situación. 

No permitas que los sentimientos y emociones abrumen tu modo de pensar. Al igual que el salmista, recurre a quien es tu pronto socorro, tu auxilio, tu fortaleza en medio de la tribulación.