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Cristo, mi paz y mi garantíaMuestra

Cristo, mi paz y mi garantía

DÍA 2 DE 7

Uso selectivo de títulos divinos


La oración se dirige al «Dios de paz», los apóstoles no usaban al azar los diferentes títulos con los que se dirigían a la Deidad, sino que, los escogieron con discernimiento espiritual. Los apóstoles no eran tan pobres en palabras como para suplicar a Dios usando siempre el mismo título, ni eran tan descuidados como para dirigirse a Él, usando el primer nombre que se les viniera a la mente. Por el contrario, al hablar con Dios escogían cuidadosamente aquel atributo de la naturaleza divina o aquella relación particular de Dios con su pueblo, que fuesen más apropiados, para la comunión específica que practicaban. 


Las oraciones del Antiguo Testamento muestran el mismo principio de discernimiento. Cuando los santos hombres de antaño buscaban fuerza, se dirigían al Poderoso. Cuando pedían perdón, apelaban a la «multitud de sus tiernas misericordias». Cuando clamaban por liberación de manos de sus enemigos, lo hacían basándose en la fidelidad de su pacto.


El Dios de paz


Es una identificación apostólica. En primer lugar, es un título distintivamente paulino, puesto que ningún otro escritor del Nuevo Testamento, usa tal expresión. Su uso aquí, es una de las muchas pruebas que Pablo fue el autor de esta epístola. La expresión, aparece seis veces en sus escritos. La frase «El Señor de paz», aparece solo en 2 Tesalonicenses. Por lo tanto, es evidente, que Pablo se deleitaba de manera especial, al contemplar a Dios en este carácter particular. Y con razón, porque es un título extremadamente bendito e inclusivo, por ese motivo, es muy importante entender su significado. 


Es una identificación judicial. En segundo lugar, es un título forense, que ve a Dios en su carácter oficial de Juez y que nos dice, que ahora está reconciliado con los creyentes. Significa, que la enemistad y el conflicto que existían anteriormente entre Dios y los pecadores perdonados, ha llegado a su fin. Esa hostilidad, había sido producida por la apostasía del hombre respecto de su Creador y Señor. La entrada del pecado en el mundo, destruyó la armonía que había entre cielo y tierra, anuló la comunión entre Dios y el hombre, y sembró discordia y conflicto entre el Creador y la criatura. 


El pecado, despertó el justo desagrado de Dios y motivó su acción judicial. Esto produjo una alienación mutua; porque el Dios santo no puede estar en paz con el pecador rebelde, sino que está «airado contra el impío todos los días». Pero la sabiduría divina, preparó un camino mediante el cual, los rebeldes pudieran ser restaurados al favor de Dios, sin la menor disminución de su honor. 

Día 1Día 3

Acerca de este Plan

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Queremos agradecer a Basilio Patiño de acuerdo con El Centro Network por proporcionar este plan. Para obtener más información, visite: http://www.redrema.org y http://www.elcentronetwork.com

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