Siete Palabras Del Nacimiento Sample
Tercera Palabra
BENDITA-BENDITO
Como hemos notado, Elisabet usó la palabra bendita tres veces en un breve momento profético. Y la usa bajo la inspiración del Espíritu Santo. El mero sonido de la voz de la mujer que lleva en su vientre al Hijo unigénito de Dios es suficiente para que el Espíritu de Dios descienda sobre Elisabet y su hijo no nacido. En ese momento, se da cuenta de la condición única de María. Su respuesta es instantánea: Entonces exclamó a gran voz: "Bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu vientre... Bienaventurada la que creyó, porque se cumplirán las cosas que le fueron dichas de parte del Señor" (Lucas 1:42, 45).
Lo que no es evidente en las Biblias en inglés es que Elisabet usa aquí dos palabras griegas muy diferentes, las cuales se traducen como "bendita" en la mayoría de las versiones de la Biblia. Esto nos dice que hay dos tipos de bendiciones, y ambas se proclaman aquí.
Si nos fijamos en el griego original, Elisabet usa dos veces la palabra eulogeo en la primera oración anterior. Hablando de María y del Salvador no nacido, dice "Bendita [eulogeo] eres entre las mujeres..." Y hablando de Jesús, clama: "y bendito [eulogeo] es el fruto de tu vientre".
Puede que reconozcas esta palabra griega como la raíz de nuestra palabra española "elogio", que es básicamente un discurso en el que alguien dice cosas bonitas sobre alguien que ha fallecido. El elogio implica hablar, pero es mucho más fuerte, mucho más poderoso que eso. Describe el poder de la bendición hablada: un acto santo de declarar cosas buenas y maravillosas sobre alguien, creyendo plenamente que esas cosas buenas sucederán. Este tipo de "bendición" requiere hablar.
El escritor del libro de Hebreos usa esta palabra para describir la bendición que Melquisedec pronunció sobre Abraham; y las bendiciones que Isaac pronunció sobre sus hijos Jacob y Esaú (Hebreos 7:1; 11:20). Santiago usa esta palabra y la contrasta con su extremo opuesto: maldecir: Con ella bendecimos [eulogeo] a nuestro Dios y Padre, y con ella maldecimos a los hombres, que han sido creados a la semejanza de Dios. De una misma boca proceden bendición [eulogia] y maldición. (Santiago 3:9-10)
Hablar una maldición sobre alguien es pedir que le sucedan cosas sobrenaturalmente malas. Hablar una bendición sobre alguien es pedir que le sucedan cosas sobrenaturalmente buenas. Y cuando es Dios quien habla una bendición sobre ti, eres muy bendecido en verdad. Esto es lo que Elisabet, por inspiración del Espíritu de Dios, está declarando. Ella está revelando que Dios ha declarado cosas maravillosas sobre María y sobre el niño que ella lleva en su vientre.
Esta es una poderosa palabra para el resto de nosotros también. El nacimiento de Jesucristo estuvo acompañado de declaraciones de bendición sobre ti y sobre mí. En el siguiente capítulo de Lucas, los ángeles se aparecen a los pastores cerca de Belén y les declaran "nuevas de gran gozo que serán para todo el pueblo" (Lucas 2:10). "¡Todo el pueblo!". Esos mismos ángeles pronunciaron una bendición celestial: "¡Gloria a Dios en las alturas, y en la tierra paz, buena voluntad para con los hombres!" (Lucas 2:14). ¡Esos somos nosotros también!
Aun así, hay otro aspecto de ser "bendito" escondido en la palabra profética de Elisabet.
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A veces, no consideramos el impacto que tienen las palabras. Siete palabras pronuncio Jesús mientras entregaba su vida en la cruz del calvario; pero ¿qué de las siete palabras de su nacimiento? Descubramos juntos el poder de ellas.
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