Una vida de intimidad con DiosSample

La autoridad del creyente

“...Toda autoridad me ha sido dada en el cielo y en la tierra. Por tanto, vayan y hagan discípulos...”, Mateo 28:18-19 (RVC). “...Jesús subió a un monte y llamó a los que él quiso... los designó para que estuvieran con él, para enviarlos a predicar, y para que tuvieran el poder de expulsar demonios”, Marcos 3:13-15 (RVC).

La autoridad que posee hoy en día el creyente en Cristo es mucho mayor que la que perdió Adán. La autoridad de Adán se limitaba a la tierra, en cambio, la nuestra se extiende también al mundo espiritual. Nuestra autoridad sobrepasa a todo poder en el mundo demoníaco. Jesús dijo: “...en mi nombre echarán fuera demonios...”, Marcos 16:17. Jesús expresó también: “Yo les he dado poder... para que derroten a Satanás...”, Lucas 10:19 (TLA).

Si comprendemos esto, entenderemos que la guerra continúa, igual que al principio. Satanás busca desplazarnos de la autoridad que Cristo recuperó y nos entregó. ¿Cómo lo hace? Mediante el pecado. Por lo tanto, vigila con cuidado tus pasos. “Manténganse alerta. Su enemigo el diablo ronda como león rugiente, buscando a quién devorar”, 1ª Pedro 5:8 (NVI).

El creyente obediente está protegido por Dios. El diablo no puede tocarlo: “Sabemos que el que ha nacido de Dios no está en pecado: Jesucristo...lo protege, y el maligno no llega a tocarlo”, 1ª Juan 5:18 (NVI). No permitas que el diablo te mienta o te intimide. Apártate del pecado con toda celeridad y estarás seguro en las manos de Dios. No olvides que Satanás tuvo que pedir permiso para tocar la vida de Job y lo mismo hizo con Pedro cuando quiso zarandearlo. Si Satanás pudiera hacer lo que quisiera con los creyentes, no habría iglesias, misioneros, ni predicadores. No creas que puede tocarte. Si permaneces en obediencia al Señor, él no tiene oportunidades contigo.

Satanás puede hacer solo lo que tú le permitas hacer. Tú tienes el poder para atarlo, destruir sus obras, limitar sus efectos o hacer nulos sus esfuerzos. No te pongas de acuerdo con el diablo. Resiste a sus seducciones. Si le has cedido tu autoridad por medio del pecado, cambia tu condición. Apártate del mal y del malo. Pide perdón y no vuelvas a incurrir en ninguna transgresión. Enfrenta este día con la plena convicción de que el infierno no tiene facultad alguna sobre tu vida, tu futuro o el de los que amas. Cristo es tu protección y la auténtica fuente de poder sobre todo el mundo espiritual. ¡Vamos, avanza confiando en Él!