Una vida de intimidad con DiosSample

El regreso del Arca

“El arca permaneció en Quiriat-jearim... veinte años... Durante ese tiempo... parecía que el SEÑOR los había abandonado”, 1° Samuel 7:2 (NTV).

Mientras el arca estuvo desatendida e ignorada, la presencia de Dios era un recuerdo lejano. El arca estaba, pero NO LA PRESENCIA. ¡Sin honra no hay presencia! Dios mismo dijo: “Yo honraré a los que me honran, y los que me desprecian serán tenidos en poco”, 1º Samuel 2:30.

La Biblia también dice: “El SEÑOR estará con ustedes, siempre y cuando ustedes estén con él. Si lo buscan, él dejará que ustedes lo hallen; pero si lo abandonan, él los abandonará”, 2º Crónicas 15:2 (NVI). Si tú no te interesas en Dios y en sus cosas, ¿por qué razón piensas que Él debería interesarse en ti y en tus cosas?

David entendía que la presencia de Dios se manifiesta en medio de un pueblo que lo honra, por ello contrató adoradores para que alabaran, agradecieran e intercedieran frente al arca las veinticuatro horas al día, los siete días de la semana, los trescientos sesenta y cinco días del año, 1º Crónicas 16:4.

Debe haber sido un tiempo inolvidable para Dios porque Él dijo: “Reedificaré el tabernáculo de David que ha caído... lo levantaré de nuevo”, Hechos 15:16 (LBLA). ¿Por qué reedificará el tabernáculo de David y no el de Moisés que era el original o el de Salomón que era majestuoso? Evidentemente Dios se impresiona por cosas que a nosotros no nos llamarían la atención.

No fue la tienda sino la pasión de David lo que cautivó el corazón de Dios. David era un ‘perseguidor’ de Dios; quería ‘atraparlo’ y no dejarlo ir. Por eso su tienda no tenía velo que separara el arca (la presencia de Dios) de las personas que adoraban. Frente al arca había solamente adoradores. ¡Con razón Dios dijo que reedificaría el tabernáculo de David!

“Señor amado, ¡de cuánto tengo que arrepentirme! Cuántas veces no he honrado tu presencia en mi casa, con mis amigos y aun en mis pensamientos. Cuántas veces no he amado tu casa que es la iglesia, ni a mis hermanos que son tus hijos. Cuántas veces he soltado palabras negativas sin tener conciencia de tu presencia cercana, ¡perdón Señor! No he tenido la pasión de Obed-edom. Hoy debe ser el día del cambio. Quiero inculcar en los que me rodean el respeto que Obed-edom inculcó hacia el arca en su propia casa. Oro en el nombre de Jesús. Amén”.