Floreciendo en la solteríaSample
Dios y yo
Nuestra relación con Dios siempre debe ser lo más importante. Nuestro estado civil no cambia eso. Entonces, no hay forma de conocer, tener una relación y desarrollar confianza con alguien sin dedicarle tiempo. ¿Has tenido algún amigo o amiga al que miras a la distancia y sabes lo que está pensando? Me pasa con la gente con la que estoy más tiempo. Me ha pasado que siento que una amiga me mira y rápidamente entiendo que quiere que vea algo importante o que hay algo que me va a ocasionar risa. El tener esa química, esa clase de intimidad y entendimiento con alguien se siente especial. Por lo menos, a mí me hace sentir parte de algo único y divertido. Lo mismo pasa con Dios.
No importa si lo vemos como Padre o amigo, nos toca decidir invertir en esta relación. No hay otra forma de vivir nuestra vida cristiana correctamente.
¿Qué ha pasado que no vemos a Dios como una persona con la que necesitamos desarrollar una relación como cualquier otra? Es que tendemos a aprender solamente de la parte santa, magnífica de Dios. Crecí con la enseñanza de que la reverencia al orar era muchísimo más importante que la conexión y que el contenido. Que Él estaba muy alto y que yo, era muy miserable para que me mirara o le importaran mis cosas. Me llevó a ver a Dios como un dictador que estaba muy elevado para poderlo alcanzar. No hay forma de que pueda confiar en alguien lejano que me va a castigar por ser una humana normal. Eso provocó oraciones falsas, reverentes, bonitas, rebuscadas, pero vacías.
Entonces, comencé a leer los Salmos y vi la forma en que David le hablaba cuando oraba o cantaba en adoración. Un día lo exaltaba, reconocía Su grandeza y luego, al próximo, le reclamaba por Su abandono. Totalmente irreverente. Demasiado humano. De seguro, Dios estaba muy molesto con la forma. Pero no; le llamó un hombre conforme a Su corazón.
Le pedí a Dios que me ayudara a entender qué me tocaba aprender de lo que leía. Ahí, pude ver que Él quería que abriera mi corazón y hablara libremente de lo que estaba pasando por mi mente y mi corazón. Al principio, me provocó miedo. Me ha tomado mucho entender que tengo el permiso de ser normal e imperfecta delante de Dios. Pensar que eso es lo que necesita, que abra las puertas de todo lo que hay que arreglar para que Él sea el que lo arregle. También, me ha tomado mucho aprender que Él celebra lo que me alegra. Le gusta que elabore en las ideas que tengo. Estaba segura de que me pasaría algo muy malo, como que me iba a caer un rayo o que se me iba a partir el pie. Mi visión de Dios estaba totalmente distorsionada. A medida que fui atreviéndome a tener oraciones honestas, pude entender que Dios me ama ahí, como soy. ¿Que hay cosas que van cambiando en el camino? Claro. Es que Dios me ama tanto que va a llevarme a ser la mejor versión de mí. Desde que mi oración cambió, también nuestra relación. Ahora, mi compromiso es orar primero y llamar a mis amigos luego. Eso me da una visión nueva de las cosas.
Orar con total honestidad me enseñó que, de esa forma, le suelto toda mi carga a Dios y que Él la toma, me llena de paz y me da la salida. No siempre llegan soluciones que deseo. Casi nunca pasa lo que quiero. Muchas veces sí, pero lo que te puedo garantizar es que el cien por ciento de las cosas por las que oro han sido resueltas de una mejor manera a la que imaginé. Creo lo que dice el Salmo 139, que Dios tiene un plan escrito para cada uno de nosotros. Si escucho la voz de mi Padre, que me ama como nadie más lo hará (me case o no, eso no cambia), viviré ese plan a plenitud y aún en dificultades, estaré bien.
¿Cómo te aplica esto? Te reto a que hagas oraciones honestas. "Señor, hoy odio a mi jefe. Necesito que me ayudes a no odiarlo porque me siento bien odiándolo. Se lo merece, pero sé que no quieres que lo odie". "Dios, envidio a mi amiga porque es muy bonita y me comparo con ella, y me siento fea. Ayúdame a verme como me ves y a amarme como me amas". "Padre, no te siento. Creo que no te importa lo que estoy pasando, y que me dejaste sola. Sé que la Biblia dice que no me dejas, pero hoy no lo creo. No lo siento. Ayúdame a verte". Atrévete a hacer ese tipo de oraciones; deja que Dios te llene de paz y te muestre lo amoroso y maravilloso que es.
About this Plan
Floreciendo en la Soltería es un estudio de 7 días que busca acompañarte a descubrir la invitación de Jesús para tu vida, definir tu identidad en lo que Dios ha dicho sobre ti y disfrutar de este temporada al máximo. Mi deseo es que recuerdes que estás soltera, pero no estás sola. No estamos solas. Estamos juntas. -Ana Lissette
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