Floreciendo en la solteríaSample

Empecemos.

Quiero comenzar este devocional escribiendo lo siguiente: Entiendo que todas somos tan diferentes y que estamos en momentos diferentes de nuestras vidas. No quiero parecer que lo sé todo. Aquí vas a leer, honestamente, lo que he aprendido en todos mis años de soltera. Han sido muchos.

Lo segundo que voy a escribir es que, en mi caso particular, la soltería ha representado fortaleza, pues casarse ha sido señal de debilidad, de utilizar la compañía de una pareja para arreglar tus propios asuntos y sentirte bien en el momento. Dios ha ido sanando esa visión, porque nada debe tener poder sobre nosotras. No me toca protegerme.

Cuando estoy en un tiempo de tristeza, en el que no entiendo lo que me está pasando, le reclamo a mi Padre Celestial y suelto mil quinientas preguntas. Ahí, en esos momentos de necesidad, es que buscamos alivio. A veces, nos comemos todos los chocolates, salimos con la persona incorrecta, le gritamos a nuestros hijos, herimos a nuestros esposos o compramos la cartera que es muy cara para nuestro presupuesto. Eso alivia, pero solo un momento.

Lo mejor que he aprendido en este tiempo es llevar mi dolor, mis preguntas, mis reclamos a mi Padre.
Entonces, Dios contesta esos reclamos de forma contundente: "No te enfoques en el estado actual, enfócate en MÍ". Eso es bello.

No importa si estamos solteros, casados, viudos, si tenemos hijos o no; todos tenemos la misma asignación en común si decidimos entregar nuestra vida a Jesús: Buscar primeramente el reino de Dios, amarlo primero, ser Sus amigos. Eso no lo determina otra cosa que no sea el que reconocimos nuestra condición de pecadores y personas rotas y de que necesitamos a un Salvador. Ese que nos amó primero quiere una relación con TODOS nosotros.

Partiendo de ahí, cualquier cosa que estemos pasando hoy, debemos llevarla a Dios y confiar que Él la tiene en Su mano.

Es que estar soltera no es lo más importante. No ser soltera tampoco lo es. Lo más importante es que Dios me ama. No me define mi estado actual, me define que soy Su hija, que Jesús dio Su vida por mí y por tener una relación conmigo. Si entiendo eso, entonces le quito el poder a "estar soltera".

¿Qué si siempre recuerdo esto? No. ¿Qué si he dejado de comprar y comerme las tres bolsas de chocolates? Quisiera decir que ya no, pero sí. Esto es algo de día a día. Me toca levantarme, orar y pedirle al Espíritu Santo que me ayude. Por eso, quiero compartir mis experiencias contigo, con el deseo de que uses mis herramientas a tu favor o que tengas idea de cómo desarrollar las tuyas. Es que estás soltera, pero no estás sola. No estamos solas. Estamos juntas.