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«La plenitud de Dios»Muestra

«La plenitud de Dios»

DÍA 7 DE 8

«La gloria de un hijo es reflejar la obra de Dios»

Vivimos en una época donde aún en los círculos cristianos, abundan las personas famosas. Es fácil sentirse tan atraído por estas personas, exaltarlas y ponerlas en un pedestal tan alto donde sólo la gloria de Dios puede y debe estar.

Para Dios no hay nada más desagradable que la arrogancia. Este pecado tiene como propósito entronizar al yo, a expensas de Dios. Igualmente el egoísmo es una de las manifestaciones repulsivas del orgullo. Es la práctica de pensar y hablar mucho sobre uno mismo. Es la costumbre de magnificar nuestros logros o importancia. Hace que consideremos todo en relación a nosotros mismos y no en relación a Dios y al bienestar de su iglesia. 

Nunca olvidemos que la gloria de un hijo es reflejar la obra de Dios; como lo declaró Moisés en el Salmo: «Aparezca en tus siervos tu obra, y tu gloria sobre sus hijos». Es la obra de Dios que tiene que aparecer en nosotros. Nuestro problema es que muchas veces aparece nuestra obra, nuestra historia, nuestras formas, nuestros logros, entonces nos agrandamos y nos volvemos excluyentes con otros ministerios. Nos diferenciamos por los resultados, números y éxitos de nuestra obra. 

Es tiempo de que la obra de Dios comience a aparecer cada vez más nítida en nuestras vidas.  Es tiempo de que nuestra obra se desgaste, y todo aquello en que hayamos perdido el rumbo buscando nuestra propia gloria, se deteriore y muera.  Solo así, la obra de Dios resplandecerá inconfundible, poderosa, estable, y eterna en nosotros y generaciones venideras. 

Que peligroso es cuando un ministerio está interesado en edificar su propio imperio, en lugar del reino de Dios. Cuando la gloria de Dios es reemplazada por la vanagloria humana, es evidencia que empieza a edificar su propio imperio de maneras tan sutiles, que a menudo aparecen enmascaradas en clichés espirituales. 

Cuando estamos más interesados en promover «mi ministerio» que el de Cristo; cuando estamos preocupados por tener el primer lugar en el escenario, cuando procuramos que la gente sea atraída a nosotros antes que al Señor, cuando queremos que lo que se reconozca y extienda es el nombre de nuestra organización; cuando se construyen edificios para exaltar la grandeza del ministerio y no el nombre de Cristo, es evidente que la gloria de Dios no es la centralidad y la plenitud de Cristo no es lo primordial.   

Escrituras

Día 6Día 8

Acerca de este Plan

«La plenitud de Dios»

Cuando las riquezas de Dios están en Dios mismo, son sus riquezas, pero cuando estas riquezas son expresadas, llegan a ser su plenitud. Cuando hablamos de la plenitud de Dios, nos referimos a que las riquezas de todo lo que Dios es, han llegado a ser su expresión por medio de Cristo en nosotros. 

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Nos gustaría agradecer a Basilio Patiño en colaboración con El Centro Network por facilitarnos este plan. Para obtener más información, por favor visítenos en: www.redrema.org www.elcentronetwork.com