Disfrutando De La MaternidadEjemplo

Nadie dijo que esto sería fácil
por Heather Doolittle

El otro día, estaba hablando con la madre de una joven de 16 años y me contaba sobre los problemas de conducta actuales de su hija. No tengo experiencia en tratar con adolescentes rebeldes, así que simplemente le ofrecí ánimo y oraciones. Luego hizo un comentario sobre que los adolescentes son difíciles. Después, mi hija de 13 años me dijo que sería una adolescente fácil porque fue una niña muy difícil. Sus palabras eran ciertas y su sentimiento dulce, pero algo en esa proclamación no me sentó bien. Reflexioné sobre la conversación durante un rato, sorprendida de que mi hija se viera a sí misma de esa manera. Me di cuenta de que había dos razones para ello.

En primer lugar, esos años difíciles fueron más duros para ella que para mí. Tuvo que luchar mucho y me partía el corazón ver a mi inocente niñita luchar constantemente. Sí, al final del día, ella era irritable y grosera conmigo, pero cualquiera lo sería. No quería que sintiera que ya había agotado su cuota de gracia. En su época difícil, creció en fuerza, gracia y compasión; y quiero que sepa que no le guardo rencor por eso.

En segundo lugar, tener hijos fáciles no es el objetivo de ser padre. No tuve hijos para hacerme la vida más fácil. Criar a mis hijos ha sido difícil; me han causado una inmensa lucha y dolor. Me han hecho arrodillarme en oración, pero eso es algo bueno. Necesitaba crecer y cambiar. Como resultado, ahora no solo puedo ser un mejor padre, sino también una persona más amable y más paciente.

Quiero que mis hijas sean valientes y fuertes. No sé qué les espera en la vida, pero sé que lo harán con la fuerza y el coraje que Dios ya está cultivando en ellas. Las luchas y el dolor actuales las están refinando de una manera que no podría lograrse si se dejaran llevar por la vida sin hacer nada. “Porque lo que ahora padecemos, aunque sea leve y momentáneo, produce en nosotros un peso eterno de gloria que sobrepasa con creces todo lo demás” (2 Corintios 4:17). Si queremos preparar a nuestros hijos para la grandeza en todo lo que hagan, debemos enseñarles que el camino no será fácil, pero que vale la pena luchar por la gloria eterna que está por venir.

Los niños enfrentan una presión constante para ser quienes el mundo quiere que sean, por lo que, como madres, debemos reafirmar que los amamos y apreciamos la persona para la que Dios los creó, porque “son hechura suya, creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano para que anduviésemos en ellas” (Efesios 2:10 NVI). En la bondad de Dios, Él creó a cada uno de Sus hijos con un propósito, y nos dio todo lo que necesitamos para tener éxito en ese propósito. Debemos arrojar luz sobre los dones de nuestros hijos; después de años de cultivo, esos mismos activos serán lo que los distinguirán como adultos. Debemos recordarles que Dios los creó tal como son con un propósito muy específico.

Después de reflexionar sobre mi conversación con mi hija durante unos días, la invité a estar un tiempo a solas y le dije lo que estoy compartiendo con ustedes. Si bien su comentario no surgió de un sentimiento de dolor ni fue significativo para ella, creo que fue importante tener esta conversación para reafirmar que veo su corazón y que es hermoso. Espero que, si han estado luchando con un niño “difícil”, o si los han visto luchar en el mundo, este mensaje los anime a cobrar ánimo y a tener en mente sus metas a largo plazo. Dios hizo a nuestros hijos como Él quería que fueran, con las habilidades adecuadas para encajar en Su plan perfecto para su futuro. Necesitamos observar a nuestros hijos y aprender sobre sus fortalezas y dones para alentarlos y guiarlos por el camino que Dios ha trazado ante ellos. Necesitamos recordarles que Dios, su Padre amoroso, los ha apartado para la grandeza (Jeremías 1:5).