Disfrutando De La MaternidadEjemplo

El poder de escuchar
por Mari Jo Mast
Tenía veintitantos años cuando conocí a algunas mujeres mayores que estaban claramente enamoradas de Jesús. Eran desconocidas para mí, pero amigas de amigas, y mientras sostenía a nuestro cuarto hijo en mis brazos, hablamos sobre la vida y las cosas cotidianas.
Había algo especial en estas mujeres: el amor rezumaba de ellas y, por primera vez en mi vida, me sentí PROFUNDAMENTE escuchada y vista. Me permitieron compartir sin interrumpirme ni hacerme sentir inferior. No “secuestraron” la conversación para que girara en torno a ellas ni fingieron su interés en mí.
Eran Jesús, con zapatos de cuero de todos los días, ofreciéndome un oído, y de alguna manera podía escucharme hablar por encima del fuerte ruido de fondo en mi cabeza. Mi propia forma de hablar me fue revelada esa noche, pero no sentí condenación ni vergüenza, solo un gran deseo de conocer más a Jesús. Sentí amor, goteando muy suavemente, profundamente, en cavernas no amadas de mi corazón que ni siquiera sabía que existían.
Ahora me doy cuenta de que fue un momento señalado, una temporada en la que Dios las usó para acercarme a Él. Cambió el curso de mi vida.
Querida mamá, me pregunto si nos damos cuenta de lo poco común e importante que es ser esa amiga o madre que realmente “escucha”, y del gran impacto que generamos cuando realmente escuchamos. Es algo que cambia la vida porque cuando uno se siente escuchado, también se siente profundamente conocido y amado, y eso abre todo un mundo nuevo.
Escuchar para oír debe comenzar en nuestro hogar y nunca terminar, sin tener siempre una respuesta, ni tratar de controlar o defender. Oh, esto es difícil, especialmente cuando sentimos que los motivos son incorrectos o engañosos. La lucha es real, pero es muy importante tratar de ser sensibles y sabios en nuestra "escucha" y obtener conocimiento antes de hablar. Los motivos, las estrategias y las luchas internas se revelan a través de la audición, lo que nos ayuda a alentar o desenredar la maraña de mentiras que nuestros seres queridos pueden creer.
Mamá, Jesús nos ayuda a escuchar porque en Él somos nosotras las que somos escuchadas profundamente. Siempre tenemos su oído, que crea ese pozo de lo que podemos saber y ver profundamente y del que podemos sacar provecho.
Oh, puede parecer y sentirse que somos madres simples y comunes, pero no lo somos. Tenemos esta capacidad dada por Dios de ser buenas oyentes.
Sí, mujeres creadas para ver, escuchar con ternura y gracia a quienes amamos: esto es lo que somos.
Escrituras
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