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Salmo 19: La suficiencia de la palabra de DiosEjemplo

Salmo 19: La suficiencia de la palabra de Dios

DÍA 7 DE 9

La suficiencia de la palabra de Dios - Parte VI

  • El temor de Jehová es limpio, que permanece para siempre (Salmo 19: 9a).

David usa la frase “temor de Dios” como un sinónimo de la palabra de Dios, porque las Escrituras nos muestran a Dios en toda su gloria y majestad, y ver a Dios no puede generar otra respuesta más que temor santo.

La palabra de Dios permanece para siempre. La hierba se seca, la flor se marchita y se cae, pero la palabra de nuestro Dios vivirá para siempre (Isaías 40:8). Ella da lugar al temor de Dios cuando permanece en nuestras vidas. La palabra de Dios es la causa, y el temor del Señor es el efecto.

La palabra de Dios no tiene error. Es libre de pecado o corrupción. La verdad contenida en ella es absolutamente sin mancha y sin error. La Escritura es limpia. Es según el Salmo 12:6, es como la plata probada, refinada siete veces en el horno. Las palabras de Jehová son palabras limpias, como plata refinada en horno de tierra, purificada siete veces (Salmo 12:6). La palabra de Dios es limpia y, por lo tanto, permanece para siempre.

La palabra de Dios tiene también la función de limpiar y purificar nuestras vidas. Ya vosotros estáis limpios por la palabra que os he hablado (Juan 15:3). Eso hace que el temor de Dios nunca se desvanece, corrompe o corroa, disminuyendo debido a la impureza. Es limpio y tiene el efecto de limpiar.

En este pasaje David llama a la palabra de Dios “el temor de Jehová”. Esta expresión está profundamente conectada con el asombro y la majestad de Dios mismo. “Aquel que lee y escucha y estudia la palabra de Dios, encontrándose con Él en su palabra, tendrá una apropiada apreciación del asombro y majestad de Dios – el temor de Jehová” (Enduring Word).

¿Qué es el temor de Dios?

No es el temor que inspira un Dios tirano y déspota. Tampoco es un temor de destrucción. Hay una diferencia entre el temor a Dios y el temor de Dios. El temor de Dios no es el temor del incrédulo e impío, que se traduce en miedo a la ira y al justo juicio de Dios. El temor del creyente es diferente, porque el creyente no está sujeto al juicio de condenación de Dios, pues Cristo pagó el precio para liberarle de la condenación.

El temor de Dios es diferente al miedo (emoción humana). El miedo o temor es una emoción humana que aparece en situaciones donde nos sentimos amenazados y en peligro. El temor de Dios pertenece a la dimensión espiritual; implica una dinámica diferente. El temor de Dios viene como consecuencia de la relación e influencia de Dios en nuestras vidas. Nace cuando la presencia de Dios se revela a nuestra vida en todo el esplendor de su magnificencia, soberanía, sabiduría, autoridad y poder. ¡Dios es sobrecogedor, incomprensible e inescrutable! Cuando Él se revela a nuestra vida somos sacudidos e impactados por el temor de Dios. En ese momento nos hacemos conscientes de nuestra finitud, fragilidad e insuficiencia; y de la increíble distancia que separa a la criatura del Creador. En ese momento nos hacemos conscientes de la distancia que hay entre un Dios santo y justo, eterno, todopoderoso, omnisciente y omnipresente, y nosotros hombres pecadores e indignos delante de Él.

El temor de Dios significa tener a Dios en tal consideración, que Él tiene un gran impacto e influencia en nuestro estilo de vida y hábitos. El temor de Dios se traduce en amar a Dios, y como le amamos tememos fallarle, defraudarle. La Biblia dice en Proverbios 8:13: “El temor de Dios es aborrecer el mal” (cuando aborrezco el mal es porque tengo temor de Dios). Y el Salmo 97:10 dice: Los que amáis a Dios, aborreced el mal”. La evidencia de que amo a Dios, es que aborrezco el mal.

La palabra temor significa temor reverente y santo que advierte, previene y preserva del peligro. Temor en esta instancia quiere decir respeto, reverencia, admiración sumisión y obediencia. El temor del creyente se relaciona con el respeto y la reverencia a Dios que la criatura le debe a su Creador.

El temor de Dios es un temor santo, un temor que advierte del peligro. El temor de Dios mantiene al hombre alejado del pecado y sus dolorosas consecuencias.

El temor de Dios es un temor de errar, temor de descuidar su deber, temor de cometer pecado. El temor de Dios es "la conciencia continua de que nuestro amoroso Padre Celestial observa y evalúa todo lo que pensamos, decimos y hacemos" (Mateo 12:36; Salmo 139:2; Jeremías 12:3). Nada escapa de su atención (radar). Esa conciencia de saber que nada está oculto ante el Dios omnisciente y omnipresente, y que Él aborrece el pecado, se traduce en temor a pecar.

Es temor a desagradar a Dios, temor a pecar, a ofenderle, a fallarle, a herirle. Es temor a defraudarle y perder la comunión con Él. Cuando tenemos el temor de Dios en nuestros corazones hay una pasión por hacer feliz a Dios, por complacerlo. Cuando tememos a Dios, hacemos todo lo posible para agradarlo.

El temor de Dios se traduce en la vida del creyente en un aborrecer y apartarse del pecado y del mal.

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Acerca de este Plan

Salmo 19: La suficiencia de la palabra de Dios

¿Cómo se revela Dios a la humanidad? El Dios suficiente se reveló a sí mismo en su palabra suficiente. Dios se revela tanto a través de la creación como de su palabra. El salmo aborda temas como la revelación general (la creación) y la revelación especial (la palabra de Dios), el poder transformador de la palabra y la necesidad de purificación interior. Este salmo enfatiza la suficiencia de la palabra de Dios, al ser perfecta, segura, recta, pura, limpia y verdadera y, en consecuencia, restaurar, hacer sabio, alegrar, alumbrar y crear temor de Dios.

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Nos gustaría agradecer a Arnoldo Arana por proporcionar este plan. Para obtener más información, visite: vidaefectiva.com