De Agotado a BendecidoMuestra

Corre (no a toda velocidad) tu carrera

Hace aproximadamente una década, traté de clasificarme para el Maratón de Boston. Había un solo problema: no estaba calificado para clasificarme para el Maratón de Boston. No había entrenado lo suficiente, pero por alguna extraña razón, cuando estaba en la línea de partida, me dije: "Estoy clasificando para Boston. Mike, ¡corre!". Así que encontré al que marcaba el ritmo por mi tiempo de clasificación y, cuando se disparó el disparo, corrí con él durante 26 kilómetros. ¡No está mal, eh?

¡A menos que recuerdes que un maratón tiene 42 kilómetros de largo! En el kilómetro 26, me caí de golpe. Pasé de tener pasos de gacela a ser una abuela después de una doble cirugía de cadera. Durante los siguientes 16 kilómetros, tropecé, tuve calambres y lloré durante todo el camino a casa. ¿Qué pasó? No fui honesto sobre la forma en que mi cuerpo fue creado para funcionar.

¿Lo eres tú? El Salmo 139:13 nos recuerda que Dios “Tú me formaste en el vientre de mi madre!”. Una de las formas específicas en que Dios te tejió, te creó y te diseñó, fue para que tuvieras un ritmo sostenible, un equilibrio entre trabajo y descanso. Hizo que tu cerebro, tu corazón y tus vasos sanguíneos fueran capaces de realizar un enorme trabajo, pero no demasiado.

Algunas personas caminan por la vida de manera perezosa e irresponsable. Otras corren a toda velocidad como yo lo hice durante esa tonta carrera, asumiendo con orgullo que no se estrellarán. Unos pocos encuentran un ritmo sostenible, esforzándose al máximo durante temporadas especiales y tomando temporadas de descanso libres de culpa.

¿Qué tipo de persona eres? ¿Cómo podría Dios estar llamándote a correr (no caminar, no correr a toda velocidad) la carrera de la fe?