Salmo 37: Consejos para vivir con sabiduríaMuestra

Deposita toda tu confianza en Dios y haz el bien – parte II

• Deléitate en Dios.

David también aconsejaba deleitarse en Dios. Deléitate asimismo en Jehová. David aconsejó que se reemplazara la preocupación y la envidia con un consciente deleite en el Señor. La palabra hebrea para deleitarse implica un placer profundo y una satisfacción en la presencia y el carácter de Dios. Esto va más allá de la mera obediencia; implica un gozo genuino en tener comunión con Dios.

Esto significa animar el corazón y la mente de uno al considerar y recibir por fe las múltiples bendiciones de Dios. Esto implica:

a) Esperar de Dios todo el bienestar y buscarlo en Él.

b) Direccionar en forma deliberada las emociones y pensamiento hacia Dios.

c) Apartar nuestros anhelos de las cosas de la tierra, sujetándolos y fijándolos en Dios.

d) Pasar tiempo con Dios (en la comunión con Él). La razón por la que muchos cristianos no se deleitan en Dios es que no lo conocen muy bien, y la razón por la que no lo conocen muy bien es que no pasan tiempo con Él.

El salmista David nos invita a no pensar primero en los propios deseos del corazón, sino pensar primero en deleitarse en Dios. Esto no significa olvidarse los deleites legítimos de la vida personal, sino a priorizar a Dios. El creyente que verdaderamente confía en Dios tiene la capacidad de encontrar el verdadero deleite en Jehová.

La consecuencia de este enfoque de deleitarse en Dios es que Él te concederá las peticiones de tu corazón. Esta es una promesa hermosa y segura. Aquel que verdaderamente se deleita en el Señor encontrará su corazón y sus deseos cambiados, alineándose constantemente con los buenos deseos de Dios para su vida. El deleite en Dios es la clave para una vida feliz y satisfecha.

Esta es una promesa condicional. No se trata de una fórmula mágica para obtener lo que deseamos, sino de una promesa basada en una relación íntima con Dios. Cuando nuestros deseos están alineados con la voluntad de Dios, Él se complace en concederlos. Cuando confiamos en Él, podemos estar seguros de que Él cumplirá sus promesas y obrará en nuestras vidas de acuerdo a su voluntad soberana.