PERLAS DIARIAS DE GRACIA - Semana 2Muestra

DÍA 7

Efesios 1:3-8

Romanos 8:15-17

Abraza tu nueva identidad

«Tú no eres mi mamá», gritó mi hijo mientras se derretía de ira.

¿De dónde salieron esas palabras? Me había llamado «mamá» mil veces, pero ahora, en un arrebato de ira emocional, se contradecía a sí mismo.

Ayer vimos la hermosa verdad de que Dios nos adoptó como sus hijos. Él prodigó su gracia sobre nosotros, a un gran precio para él mismo. Jesús nos trajo a su familia. Nos dio un nuevo nombre que refleja la realidad: estamos seguros en nuestra relación con él debido a su gracia.

Cuando adoptamos a nuestro hijo, le pusimos nuestro apellido. Ahora compartimos un nombre para mostrar que es completamente parte de la familia. Sin embargo, en un momento de confusión, gritó algo falso.

¿Has aceptado tu nueva identidad como hijo o hija de Dios? ¿Has aceptado el nuevo nombre que él te ha dado? ¿Sonríes diariamente en tu nueva identidad en Cristo?

¿O todavía estás luchando con momentos de confusión? ¿Luchas contra estos nuevos nombres, diciendo: «Eso podría ser cierto para otra persona, pero no puede aplicarse a mí. ¡No sabes lo que he hecho!»

¿Sigues escuchando las maldiciones, los juicios y el desprecio que otros han pronunciado contra ti? ¿Todavía estás tratando de hacerte un nombre? ¿Te llamas a ti mismo por los nombres que otras personas te dicen?

¿O te mantienes firme en la bendición, la aceptación y el amor que Dios declaró sobre ti?

Abraza el nombre que Dios te ha dado. Camina a través de tu día libre y confiadamente abrazando la verdad. Eres un hijo del Rey de reyes.

Esta realidad es verdaderamente notable, lo que hace que sea difícil de aceptar. Sin embargo, no dejes que esto te empuje a sentir más vergüenza. Permite que el Espíritu Santo te guíe diariamente en esta verdad. Romanos 8 dice: «El Espíritu mismo asegura a nuestro espíritu que somos hijos de Dios».

¡Qué hermosa y gentil verdad de Dios Padre! Su Espíritu dispuesto a hablarle a tu espíritu. Invita al Espíritu Santo a declarar esta verdad en tu corazón hoy.

Soy un hijo de Dios.

Pausa para reflexionar: Considera qué diferencia hace que el Espíritu Santo declare a tu espíritu que eres hijo de Dios.

Oremos: Espíritu Santo, te invito a declarar a mi espíritu que soy un hijo de Dios. (Toma unos minutos para escuchar mientras el Espíritu Santo habla a tu corazón).

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