PERLAS DIARIAS DE GRACIA - Semana 2Muestra

DÍA 5

2 Corintios 5:21

2 Corintios 6:1-2

¡Cambiando la vergüenza por la gloria!

Al que no tuvo pecado, Dios lo hizo pecado por nosotros, para que en él fuéramos hechos justicia de Dios. ¡Qué intercambio tan fantástico y tan absolutamente injusto!

Cuando era niño, intentaba intercambiar tarjetas de béisbol con mis amigos. Las colocábamos todas en el suelo para ver qué era lo que cada uno poseía, y luego tratábamos de negociar: «Te daré estas dos por aquella». Al final, nunca hice trato con ninguno porque tenía miedo de perder.

Eso es precisamente lo opuesto al intercambio que Dios nos ofrece. Nosotros ganamos todo mientras él asume toda la pérdida. Él nos miró en nuestro estado espiritualmente muerto, personalmente quebrantado, y declaró gentilmente: «Tomaré todos tus pecados; tú puedes tener mi justicia».

La oferta de intercambio de Dios es aún más fantástica que quitar todo nuestro pecado. 2 Corintios 5:21 dice que Dios hizo que Jesús fuera pecado por nosotros. En la cruz, no solo Jesús quitó nuestros pecados, sino que se dijo que Jesús era nuestro pecado. Con su muerte, Jesús eliminó nuestro pecado. Con su eliminación, los motivos de vergüenza han desaparecido.

La vergüenza se basa en una creencia que dice: «Algo anda mal conmigo. Soy un problema». Pero nota lo que ganamos a través de este intercambio injusto que Dios inició: en él, nos convertimos en la justicia de Dios.

Jesús borró nuestra vergüenza. Por lo tanto, somos nuevos, limpios, presentables, libres y seguros. Esto no se debe a un cambio en nuestro comportamiento, sino a un cambio fundamental en nuestro ser. Se ha producido una transformación en lo profundo de nosotros, en el centro de nuestra identidad.

Jesús se convirtió en mi pecado y vergüenza. Y yo me he convertido en la justicia de Dios.

Algunos de nosotros, sin embargo, somos reacios a aceptar este intercambio. Sentimos que no lo merecemos. Sabemos que somos perdonados y salvados por gracia, pero seguimos aferrándonos a nuestra vergüenza.

Escucha lo que 2 Corintios 6:1 insta: No recibas la gracia de Dios como algo que está aquí en un momento y luego se disipa como humo unos minutos después. No digas: «Mis pecados me son perdonados; soy salvado por la gracia... pero mi vergüenza permanece».

Ahora es el tiempo del favor de Dios, el día de la salvación. Nuestros pecados han desaparecido y estamos libres de toda vergüenza.

Pausa para reflexionar: Identifica las cosas que te hacen sentir vergüenza. Rechaza esas cosas delante de Dios en oración.

Oremos: Señor, hoy recibo tu oferta de intercambio. Jesús se convirtió en pecado por mí y lo destruyó en la cruz, eliminando mi vergüenza. Confieso que me he aferrado a la vergüenza. (Dile a Dios precisamente lo que te avergüenza) Hoy, rechazo esta vergüenza y te la entrego. Abrazo de todo corazón la verdad de que ahora soy justicia en Cristo. ¡Amén!