PERLAS DIARIAS DE GRACIA - Semana 1Muestra

DÍA 7

Éxodo 34:6-7

Lucas 15:20

Salmo 136

El abrazo del Padre

Dios busca abrazar a todos sus hijos.

Un saludo muestra que estoy presente y un apretón de manos dice que estamos en paz, pero un abrazo dice que me preocupo por ti. Da la sensación de una conexión real e íntima que perdura. Hay más en el abrazo del padre en Lucas 15:20 de lo que captamos en la primera lectura. Tal vez estemos destinados a detenernos en ello y permanecer allí.

¿Qué clase de Dios es este que abraza a un alma tan quebrantada? ¿Qué se siente al mirar el rostro de un Padre que sabe todo lo que hemos dicho y hecho contra Él, y luego verlo llegar a abrazarnos? ¿Te imaginas que se prolongue?

Llegué a Cristo temprano y me enseñaron los caminos del legalismo y la aceptación basada en el rendimiento. Conocer el profundo amor de Dios ha sido un viaje espiritual continuo. Pero muchos de mis amigos que habían vivido años como si «alimentaran a los cerdos», como se muestra en Lucas 15. Ellos habían estado en el fondo... pero levantaron la vista. Cuando estas personas se acercan a Jesús, tienen una perspectiva gloriosa. Se regocijan desde lo más profundo de su alma al recibir el abrazo del Padre. ¿Puede Dios ser tan bueno? ¡Oh, sí, lo es!

Dios quiere que experimentemos su gran amor, que lo conozcamos personalmente. Él quiere que vivamos en este amor. Su amor puede compararse con la versión de Dios de un pacto matrimonial permanente. Es por eso que en Éxodo 34 dice que Dios es compasivo y misericordioso, abundante en amor y fidelidad.

Cada versículo del Salmo 136 celebra que el amor de Dios dura para siempre. Su misericordia inmerecida nunca termina. Dios quiere que tengamos una experiencia de primera mano de su amor hoy y todos los días.

Su abrazo amoroso está destinado a permanecer por toda la eternidad.

Pausa para reflexionar: No importa cuál sea tu situación hoy, Dios quiere que disfrutes de su abrazo amoroso. Toma unos minutos en este momento para apreciar la bondad y el amor de Dios.

Oremos: Padre, permíteme permanecer en tu abrazo amoroso. Ayúdame a comprender mejor tu amor puro y constante por mí. En el nombre de Jesús, amén.

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