PERLAS DIARIAS DE GRACIA - Semana 1Muestra

DÍA 2

Isaías 53:1-8

Lucas 15:11-24

Romanos 3:23

Romanos 6:23

Una deuda que no podíamos pagar

¡Bienvenido a este viaje para crecer en la gracia! Ayer aprendimos que Dios quiere que nos sumerjamos profundamente en las aguas brillantes de la gracia, para elevarnos a nuestra nueva identidad en Cristo, ¡donde encontramos la vida al máximo!

Tenía siete años cuando decidí que era hora de darle a mi familia una buena lección sobre una injusticia percibida, así que me escapé de casa. Me fui, agarrando una almohada, una hogaza de pan entera y un vaso de agua. Al final de mi largo camino de huida, se había derramado tanta agua que mi vaso estaba casi vacío. Me agaché detrás de un arbusto y esperé a que mi familia llegara con tristeza y se disculpara. Lo has adivinado. Nunca llegaron. Me puse caliente, sediento y aburrido, así que volví a casa. ¡Dudo que alguien supiera que me había ido!

Sólo es posible comprender lo que es un don de gracia si comprendemos por qué la necesitamos. Ya sea que te identifiques más con la vida salvaje ejemplificada por el hermano menor en Lucas 15 o con mi rebelión y resentimiento infantil, el hecho es que todos hemos pecado y hemos seguido nuestro propio camino. Romanos 6:23 dice que el pago requerido por nuestros pecados es la muerte y la separación espiritual de Dios.

Sin embargo, en el amor perfecto, Cristo, el sacrificio perfecto, cruzó galaxias para encontrarnos y salvarnos a ti y a mí. Él sufrió voluntariamente una muerte que nosotros merecíamos. Al hacerlo, nos ofrece el código de acceso gratuito para vivir para siempre con Él. Jesús fue traspasado para que pudiéramos ser perdonados. Fue herido para que pudiéramos ser sanados. Entró en el caos para que pudiéramos tener paz. Él murió para que nosotros podamos vivir plenamente.

En Jesús, obtenemos vida abundante con Dios aquí en la tierra y la promesa del cielo cuando morimos. Poner nuestra fe en Cristo y sólo en su muerte es el único camino para llegar a Dios. Cuando hacemos esto, también obtenemos acceso diario a su asombrosa gracia.

Pausa para reflexionar: ¿De qué maneras has seguido voluntariamente tu propio camino?¿Cómo le has dado la espalda a Dios y has seguido tus propios deseos? Sé específico. Confiésalo a Dios y acepta su perdón en Jesús hoy.

Oremos: Dios, perdóname por huir de ti, por perder la gracia que podría ser mía. Abrazo tu amor incondicional que me encuentra y me invita a casa a vivir contigo para siempre. ¡Acepto y confío en tu regalo gratuito e inmerecido! Gracias. En el nombre de Jesús, amén.