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CLAVES PARA SER BUENOS MAYORDOMOS DEL CUERPO

1. Cuida lo que comes (1 Corintios 10:31).

Pablo es muy directo y, después de una larga discusión con los hermanos en Corinto, llega a la conclusión más precisa que respondía a todo el debate, diciendo que “todo lo que hagamos debemos hacerlo para la gloria de Dios”. Como cristianos, necesitamos un régimen adecuado de alimentación en nuestra vida, si queremos ser buenos mayordomos de nuestro cuerpo.

2. Ubica tus debilidades (Mateo 5:29).

Si queremos ser buenos mayordomos del cuerpo que Dios nos ha prestado, es necesario que reconozcamos nuestras debilidades y le pidamos ayuda al Señor para no ceder ni en lo más mínimo a nuestros propios deseos. La solución que nos plantea Jesús para lidiar con nuestras debilidades tal vez nos parezca muy drástica, pero si lo pensamos más detenidamente, nos daremos cuenta de que sí es de gran ayuda. No es necesario que tú y yo nos cortemos una parte del cuerpo o nos saquemos los ojos, pues nos basta con recordar lo que nos dice Jesús para vencer las debilidades.

3. Empieza a ser más intencional (Romanos 12:1-2).

El problema que enfrentamos todavía muchos de nosotros es que vivimos tal y como pensamos. Por eso, Pablo aquí, de manera literal, nos ruega que cambiemos la forma en que vivimos dejando que Dios nos cambie la manera en que pensamos. Debemos ser más intencionales al momento de cuidar nuestro cuerpo, y necesitamos entender que, al hacerlo, estamos adorando a Dios. Esa es la manera en la que Él espera que lo adoremos: entregándole nuestro cuerpo a diario.

4. Recuerda que eres templo del Espíritu (1 Corintios 6:19).

El cristianismo como tal no tiene lugares sagrados, únicamente tiene personas sagradas, o sea, cada uno de nosotros. Los lugares donde nos reunimos carecen de valor o sentido sagrado; lo único que los hace sagrados es la presencia de personas en las que Dios habita por medio de Su Espíritu. Nuestro cuerpo es sagrado por el hecho de que se ha convertido en el lugar donde mora Dios. El cuidado de nuestro cuerpo es una exigencia para que el templo donde mora el Espíritu esté en perfectas condiciones.

5. Pon atención a las alertas (Mateo 26:41).

Jesús desea que cada uno de Sus discípulos esté alerta ante los ataques del enemigo que solo busca matarnos y destruir lo que Dios ya ha hecho en nuestras vidas. Es por eso que Él nos recomienda que pongamos atención a las alertas para no caer en la tentación que nos lleve a pecar. Algo que me encanta de este versículo es que nos recuerda una gran verdad sobre el cuerpo: “nuestro cuerpo es débil”, pero el Espíritu que mora en nosotros está dispuesto a ayudarnos en todo momento para no ceder al pecado.

6. Ofrécete como ofrenda a Dios (1 Corintios 6:19-20).

Debemos honrar a Dios con nuestro cuerpo. Cada uno de nosotros debe entender que, cuando aceptó a Cristo, Él mismo a través de Su Espíritu Santo nos dio un nuevo nacimiento, una vida nueva y, con ello, destruyó el cuerpo del pecado que había en nosotros. Nuestro cuerpo es el templo del Dios vivo y verdadero, así que cuidémoslo con sabiduría.