Apasionado Por DiosMuestra

«Peligros de desviarse» 

Todo lo que hemos visto hasta ahora, nos coloca en una posición desde la cual podemos considerar la pregunta: «¿Qué sucede con la persona que no encuentra su lugar?» Considera a continuación los beneficios que pierden aquellos que nunca encuentran su lugar en el plan de Dios.

Pérdida de seguridad. Un pájaro que abandona su nido, raras veces regresa sin haberse lastimado. En la parábola del hijo pródigo, el hijo perdió el lugar de seguridad que poseía. Cuando das un paso fuera de donde te corresponde estar, caminas por un sendero peligroso. El fruto descarriado de un impulso insensato, traerá como resultado, siempre, algún tipo de pérdida.

Pérdida de sustento. El hijo pródigo se estaba muriendo de hambre. Dios nunca permitirá que padezcamos hambre estando dentro de su voluntad, salvo cuando tenga algún propósito beneficioso. Nuevamente escribió el salmista, que no ha visto justo desamparado. 

Pérdida de fuerza. Un pájaro fuera de su nido, tiene que estar siempre volando y entonces las alas se cansan sin hallar un lugar donde reposar. Servir a Dios, descansando en Él es algo asombroso. Jesús dijo que haría descansar a los trabajados y cargados.

Pérdida de impacto espiritual. Pablo escribió que seguía por ver si lograba asir aquello. Pablo entendía, el motivo de Cristo Jesús, y que necesitaba seguir avanzando.

Pérdida de satisfacción. Un hombre que está fuera de su lugar nunca está satisfecho. Para aquellos que saben en qué consiste la verdadera satisfacción, nunca son sus propias circunstancias las que marcan la diferencia.

Harry Ironside, uno de los grandes maestros de la Biblia del siglo pasado, escribió en la guarda de su Biblia las palabras expresadas por David Livingston: «No le daré valor a ninguna de las cosas que poseo o que pueda llegar a poseer a menos que estén relacionadas con el reino de Cristo».

Jaime Elliot, el misionero mártir entre los indígenas aucas en el oriente ecuatoriano, escribió: «Dios, oro a ti pidiéndote que enciendas estos candeleros que son ídolos en mi vida a fin de que pueda arder para ti. Consume mi vida, Dios mío, que es tuya. No busco tener una vida larga sino plena, como la tuya, Señor Jesús». El lugar de Dios para Jaime Elliot fue una selva solitaria del Ecuador y una muerte temprana, pero aun así, halló una profunda satisfacción en el servicio a Dios.

¡Mi oración es que te encuentres exactamente en el lugar que Dios desea para ti, experimentando el peregrinaje que más satisfacción le puede proporcionar a un hombre o una mujer y que transcurras los días gloriándote en la gracia de Dios!