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«Poemas para mi Salvador»

Cuando era adolescente pasaba horas meditando en los atributos de Dios, anotando ideas que me venían a la mente. Entre los 18 y 19 años de edad escribí, lo que simplemente denominé «Poemas para mi Salvador».

«Lléname»

Oh, Pan del cielo, clamé a ti,

Para que llenaras mi alma sedienta.

Tú que eres el resplandor de toda la gloria,

Y capaz de hacer que estas ventanas escasamente iluminadas

De mi habitación terrenal

Sean consumidas con los destellos siempre radiantes

De tu Palabra derramada y ardiente.

Lléname, oh Dios.

A Solas con mi Amor

A solas con Dios. Oh, qué gozo divino

Simplemente saber que Jesús es mío.

Mi corazón late fuerte y comienza a palpitar

Cuando me aventuro en las alturas a meditar.

Una palabra, un susurro a mi amor divino,

Luego toda su belleza con placer yo admiro.

Observar sus ojos ardientes me asciende

A la plenitud de una rapsodia,

Y al acercarme a Él de pronto veo

Las marcas de su amor que hacen mi historia.

Manos, pies y costado heridos,

Oh, Jesús, fue por mí que has sufrido.

Mi corazón se humilla y a hundirse comienza

Cuando en el amor de mi Salvador mi alma piensa. 

Oh, Salvador mío, ¿por qué me amaste?, pregunto,

Pero sé que nunca lo comprenderé en este mundo.

Así que suspiro y le digo a mi Señor,

Oh, Jesús, envuélveme en tus brazos de amor.

Cuando uno asume esta perspectiva, la Biblia se convierte en algo más que un simple libro de investigación académica. Se vuelve una carta de amor de parte de un Dios amoroso. El hecho de conocer a Dios, saber que es bueno, sabio, amoroso y que también es justo, te inducirá a hacer las cosas bien.

Hasta aquí he mencionado solamente cuatro de los innumerables atributos de Dios, pero aun considerando solo éstos, si el hecho de conocer a Dios se convierte en uno de los mayores objetivos de tu vida, puedo asegurarte, que este mismo Dios bueno, sabio, amoroso y justo, se asegurará de que estés en el lugar correcto.