Atascado en reversaMuestra

Trazar una nueva dirección

Durante su primer viaje misionero, el apóstol Pablo viajó por varias ciudades de Galacia, luego cruzó una parte del mar Mediterráneo hasta Antioquía. Desde allí viajó a la isla de Chipre y regresó a Galacia.

Para su segundo viaje, ya había aprendido el arte de planificar un viaje largo. Determinó sus destinos, y cuando consideró que era el momento adecuado, se dirigió hacia el noroeste a través de Galacia y Frigia. Con la mayor parte del viaje por delante, Pablo se topó con su primer obstáculo. Cuando su grupo intentó viajar hacia el sur de Asia, el Espíritu Santo le “prohibió” hablar una palabra en la región.

Podemos imaginar a Pablo deteniéndose en el camino, sacando sus mapas, revisando varias veces lo que había escrito para ver si estaba siguiendo la ruta correcta. Sintiéndose convencido de ello, siguió adelante e intentó por segunda vez entrar en la región para predicar el evangelio a un grupo de personas que él sabía que necesitaban escuchar la verdad de Dios.

¿Qué podría estar mal con sus planes? ¿No le había ordenado Dios que llevara el mensaje del evangelio primero a los judíos y luego a los gentiles? ¡Sí! Sin embargo, Dios se reserva el derecho de cambiar nuestro curso, en cualquier momento y por el motivo que sea.

Una vez más, Pablo trató de entrar en la región, pero fue bloqueado por el Espíritu Santo, y eso hizo evidente que Dios tenía planes diferentes a los que el apóstol había escrito (Hechos 16.6). Por lo tanto, el apóstol viajó hacia el noroeste, a la ciudad de Troas. Durante la noche que estuvo allí, tuvo la visión de un hombre “que estaba de pie y le decía: ‘Pasa a Macedonia y ayúdanos’” (Hechos 16.9).

Esta era toda la instrucción que Pablo necesitaba. Al amanecer, ordenó que las fogatas fueran apagadas con agua y que todos hicieran las maletas. Tenían una guía clara de Dios y estaban listos para hacer su voluntad. Desde la ciudad de Troas, abordaron una embarcación y navegaron hacia Macedonia.

¿Alguna vez ha sentido usted que el Espíritu de Dios le dice que deje de hacer lo que está haciendo? Muchas personas ignoran su advertencia y siguen yendo en la dirección opuesta a su voluntad. Solo porque nos estamos moviendo, eso no significa que estamos avanzando. De hecho, cuando desobedecemos a Dios, nuestro avance se detiene.

Pablo, sin embargo, estaba comprometido a obedecer al Señor. Cuando sintió que el Señor bloqueaba sus esfuerzos, se detuvo y esperó orientación. Aunque hizo una pausa, su vida nunca cambió a reversa. Esto se debe a que el corazón de Pablo estaba decidido a hacer la voluntad de Dios a la manera de Dios.

Como resultado de sus acciones, el Señor comenzó a actuar. Pablo llevo el mensaje del evangelio al occidente a una región donde nunca se había predicado. Hoy, tenemos la verdad de la Palabra de Dios principalmente debido a la fidelidad y obediencia de este hombre y de los hombres y mujeres que vinieron después de él. Pablo nunca vaciló, nunca se detuvo y nunca exigió seguir su propio camino. Más tarde, el Señor permitió que la verdad del evangelio fuera predicada en toda Asia, la elección original de Pablo para su segundo viaje misionero, y el impacto fue tremendo.

Si Pablo hubiera decidido que sabía más que Dios, sus esfuerzos misioneros se habrían detenido. Pero él estaba comprometido con el Señor. La clave de su éxito no fue el talento humano o el razonamiento. Fue el deseo insaciable de obedecer a Dios y de conocerlo. Que lo mismo pase con nosotros.