¿Cuál es la verdad?

Ciertamente, yo soy la vid; ustedes son las ramas. Los que permanecen en mí y yo en ellos producirán mucho fruto porque, separados de mí, no pueden hacer nada (Juan 15:5).

Jesús dijo: Ten cuidado de los falsos profetas que vienen disfrazados de ovejas inofensivas, pero en realidad son lobos feroces. Puedes identificarlos por su fruto, es decir, por la manera en que se comportan (Mateo 7:15-16).

En el trayecto de nuestra vida, hay muchos caminos que nos conducen a «la vida». Creemos que son los correctos para nuestra felicidad y sin darnos cuenta al empezar a caminarlos, nos hacen egoístas e insensibles. Nos enfocamos en ser felices evitando el dolor del cambio, el perdonar al que nos dañó o perdonarnos a nosotros mismos. Suprimimos esos sentimientos en la búsqueda de ser felices a través del placer, el poder, las riquezas, el conocimiento o las adicciones, pero la realidad es que eso es momentáneo. Porque en esa búsqueda, sin darnos cuenta nos hacemos esclavos de nuestros propios razonamientos y asumimos que esa es la verdad. O encontramos una filosofía o filosofo que nos da respuesta con su verdad, pero ¿cómo saber si estamos realmente en la verdad? Sería conveniente cuestionarnos con una mentalidad abierta y realista, e incluso escuchar las opiniones de otros. Eso sí, al final tú tienes que llegar a tus propias conclusiones.

Por ejemplo: ¿Busco ser feliz sin importarme cómo se sientan los demás alrededor mío, con tal que yo sea feliz? ¿Qué resultado estoy teniendo al haber creído lo que creo? Al final del día, ¿sigo vacío en mi alma, teniendo las mismas emociones que me deprimen y esclavizan? Sin saberlo, estamos viviendo igual que los griegos de hace siglos. Eran impulsados por la búsqueda de la felicidad a través del autocontrol de las emociones y de la razón, o buscaban el bienestar del cuerpo y de la mente, el placer exento de dolor, principalmente el emocional. Su meta era poder tener un sentimiento momentáneo de felicidad o paz. Pero la pregunta es: ¿Quién es el dueño de la verdad? ¿Dónde conseguirla? Es necesaria para saber vivir cada día y saber cómo enfrentar las dificultades que presenta la vida.

Hay un dicho que dice: «Al que buen árbol se arrima buena sombra lo cobija», y en cierta manera es cierto. Por eso Jesús dijo: Ciertamente, yo soy la vid; ustedes son las ramas. Los que permanecen en mí y yo en ellos producirán mucho fruto porque, separados de mí, no pueden hacer nada. ¿Conoces a alguien que haya dicho con certeza estas palabras? El que dice: «YO SOY» lo dice porque sabe quién es y a dónde va, porque verdaderamente sabe QUIÉN ES. Muchos se atreven a decirlo con certeza, pero bien dijo el Maestro: Ten cuidado de los falsos profetas que vienen disfrazados de ovejas inofensivas, pero en realidad son lobos feroces. Puedes identificarlos por su fruto, es decir, por la manera en que se comportan.

¿Cómo identificar la verdad? Por la manera en la que quienes dicen tenerla se comportan. Hagámonos esta pregunta: ¿Cómo es mi comportamiento? Y si la respuesta a esta pregunta no es la que quisieras tener, ¡hay esperanza! Jesús en nuestro interior empieza a transformarnos y nos da la fuerza para hacer las modificaciones que necesitamos.