Viviendo Por La PalabraMuestra

Alimento Vital

El haber recibido el don de la salvación, el sello del Espíritu Santo y la adopción que nos hizo hijos de Dios, gracias a Jesucristo, no conlleva exoneración de aflicción o sufrimiento. Creo que incluso cuando nuestro entendimiento es despertado por el Espíritu de Dios a la revelación de la sabiduría que contiene la Palabra, es cuando más conscientes somos de la gran responsabilidad que tenemos al estar en un mundo al que no pertenecemos, al que debemos enfrentar y combatir todos los días en la fuerza que nos da el Espíritu; reconociendo nuestra condición humana y caída, la incapacidad que tenemos para vivir en nuestra propia fuerza y la dependencia que tenemos del Padre para poder vivir en el espíritu según su voluntad.

Cuando fuimos sellados con el Espíritu de Dios, nuestra nueva vida empezó a tener protagonismo en el Nombre en el que se nos ha concedido vivir por fe, en el Nombre de Jesús; por supuesto, la Palabra se convierte en el alimento fundamental para permanecer cimentados por su Poder en su Nombre, en la identidad y el carácter de Jesús.

La Palabra de Dios es nuestro alimento vital, nuestra medicina, nuestra fuente de vida y de esperanza; sin embargo, es solo por su Poder, por el Espíritu, que tiene efecto e impacto sobre nosotros. La Palabra por sí sola, sin el Poder de Dios, no produciría la vida que produce en nosotros; es por el Espíritu de Dios que la Palabra obra en nosotros la renovación y regeneración que necesitamos en Cristo Jesús.

Somos saciados por la Palabra a través del Espíritu, el hambre y la sed se acrecienta cada vez más en nosotros por su Poder. Mientras más probamos sus delicias más dependientes, más necesitados de su sabiduría y revelación; la Palabra de Dios es la fuente de nuestra vida, en ella hallamos a Jesús revelado y en Él hallamos revelado a nuestro Padre, es el don de la vida eterna que hemos recibido.