Abrazando la paternidad de DiosMuestra
ABRAZANDO LA PATERNIDAD DE DIOS CADA DÍA:
"¡BUENOS DÍAS, MI NIÑA/O!"
Una mañana, al despertar, recordé cuando era niña; todas las mañanas mi mamá me despertaba para ir a la escuela. Las mañanas eran más fáciles porque mi mamá me despertaba con besos en la cara, dándome los buenos días, jugando conmigo diciéndome que ya era hora y dándome un buen abrazo de apretón lo suficientemente fuerte para terminar por despertarme.
Eran esos momentos en los que me sentía tan amada que, de pronto, una sonrisa se encontraba en mi rostro.
Conforme creces, tus mañanas son cada vez más diferentes, entre prisas, con un poco de sueño o quizá mucho sueño, media hora observando un zapato, quizás ya no te despiertan con un buenos días, sino que ahora es una alarma y bueno, así comienzas un nuevo día.
Pero, dentro de todo esto y a pesar de los años, lo maravilloso es que no importa qué tan grande o joven seas, todos los días de tu vida puedes contar con un "Buenos días" de parte de Papá Dios.
Hay días en los que en lo personal soy más consciente de ello y respondo estando acostada:
"¡Buenos días, Papá! ¡Buenos días, Jesús! ¡Buenos días, Espíritu Santo!".
Si nos tomáramos el tiempo sin distracciones todos los días en la mañana para hablar con Papá Dios y meditar especialmente en Su amor y en Su paternidad antes de que la preocupación, los afanes, el trabajo o cualquier otra cosa quiera abrumarnos, estoy segura de que podríamos experimentar el amor de Dios envolviéndonos, abrazándonos y diciéndonos: "¡Buenos días, hija/o! ¡Buenos días, mi niña/o! ¡Te amo!". Seríamos llenos de Su paz y una sonrisa se dibujaría en nuestro rostro.
Recuerdo que una mañana en particular, Dios me habló a través de Cantares, diciendo: "¿Quién es esa que se levanta como la aurora, tan hermosa como la luna, tan resplandeciente como el sol, tan majestuosa como un ejército con sus estandartes desplegados al viento".
¡Me sonrojé! Superó un "Buenos días" y cualquier otro cariño que alguien más pudiera darme, percibí esto como cuando alguien te mima...
Estaba siendo mimada y no por cualquiera, ¡POR MI ABBA PADRE!
Déjate amar por Dios. Deja que Él te mime de la misma forma.
Te invito a que hoy cierres tus ojos y le preguntes a Dios:
ABBA PADRE, ¿qué quieres decirme en este nuevo día?
Deja que Él te hable. Dentro de todos los pensamientos que puedan estar viniendo a ti en ese momento de quietud, habrá uno, uno que destacará y te impactará. Quizá será tan corto pero tan profundo, sabrás que es Dios hablándote; tengo la seguridad de que lo sabrás. Sabrás que es Papá Dios hablándote.
El amor de Dios como Padre, Su dulzura y ternura te abrazan al despertar. Su gracia cae sobre ti cada día como el rocío cae sobre la tierra.
NOTA: Te sugiero comparar el Salmo 143:8 en diferentes versiones de la Biblia.
Acerca de este Plan
¿Qué cambio crees que tendrían nuestras vidas si cada día abrazáramos la paternidad de Dios? ¿Qué impacto tiene en nosotros creer en el amor de Dios como Padre? Hay una gloriosa libertad que experimentamos al abrazar Su paternidad: el temor es echado fuera y la inseguridad se hace trizas. ¿Habría algo de qué preocuparnos? Es momento de creer y vivir de acuerdo a estas verdades.
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Nos gustaría agradecer a Fátima Meza por proporcionar este plan. Para obtener más información, visite: https://linktr.ee/soyfatimaa