Abrazando la paternidad de DiosMuestra
ABRAZANDO LA PATERNIDAD DE DIOS EN EL DOLOR:
"EL CLAMOR DEL DOLOR"
Cada vez que atravesaba por momentos realmente difíciles de mucho dolor, tristeza y angustia, observaba cómo solía clamar: "¡Abba Padre, Abba Padre!". Realmente este era un clamor que salía desde lo más profundo de mi quebrantado corazón, acompañado de lágrimas. Esto no era una oración, era un clamor, un grito desesperado como de una niña clamando a su padre por su ayuda.
Así como el dolor del cuerpo, que cuando es intenso nos hace gritar; cuando el alma está herida, clama:
"¡Abba, Padre! ¡Abba, Padre! ¡Abba, Padre! ¡Padre! ¡Padre mío!".
En esos momentos, no podía decir ni una palabra más, tan solo podía decir "PADRE", una súplica personal y desesperada que solo un padre entendería de la boca de su hija.
Imagino a Jesús en el Getsemaní en angustia y tristeza, postrándose en tierra, diciendo: "ABBA PADRE", para momentos después estar sintiendo soledad y el peso del pecado en la cruz, agotado pero nuevamente llamando a Su Padre, exclamando "¡Padre!" con la fuerza que le quedaba, entregando Su espíritu, alcanzando el punto final de Su agonía.
"¡Padre!"- un clamor de agonía y confianza.
Mientras el dolor inimaginable atormentaba Su cuerpo, derramando hasta la última gota de Su sangre, la base de la confianza de esa relación con Su Padre lo sustentaba, dándole la fuerza para dar un último clamor: "¡Padre!" .
Fue Su conexión íntima y de confianza en el Padre lo que le proporcionó la capacidad de poner Su vida en Sus manos.
El Padre conocía al Hijo, y el Hijo conocía al Padre, de tal manera que podía decir "Hágase tu voluntad", (Lucas 22:42), confiándole Su vida y Su espíritu, en los momentos de más dolor y agonía.
Jesús hizo de algo escrito en el Antiguo Testamento (Salmo 31:5) una súplica personal. Antes de consumar Su obra, Jesús no lo llamó "Dios" ni "Señor", Él lo llamó "PADRE".
Él ejemplifica la clase de relación que necesitamos cultivar, si queremos deshacernos del temor, de la angustia o de todo aquello que nos esté agobiando.
Una relación de confianza en el Padre que nos proporciona un fundamento seguro y sólido que nos dará apoyo y nos sostendrá en las peores tormentas de la vida.
Acerca de este Plan
¿Qué cambio crees que tendrían nuestras vidas si cada día abrazáramos la paternidad de Dios? ¿Qué impacto tiene en nosotros creer en el amor de Dios como Padre? Hay una gloriosa libertad que experimentamos al abrazar Su paternidad: el temor es echado fuera y la inseguridad se hace trizas. ¿Habría algo de qué preocuparnos? Es momento de creer y vivir de acuerdo a estas verdades.
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Nos gustaría agradecer a Fátima Meza por proporcionar este plan. Para obtener más información, visite: https://linktr.ee/soyfatimaa