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Abrazando la paternidad de DiosMuestra

Abrazando la paternidad de Dios

DÍA 7 DE 9

MI PADRE, MI MAESTRO

UN PADRE QUE ENSEÑA

Aunque un padre no suele ser llamado maestro, todo buen padre dentro de su paternidad tiene ese papel de enseñar.

Hace tiempo, recordé mi época de estudiante. Nunca fui muy buena con las matemáticas, los números, cálculo, en fin, todo lo relacionado con los números nunca se me dio. Aunque siempre fui una alumna aplicada, con los números era diferente. Por más que me esforzaba, simplemente no se me daba. No era buena en ello a diferencia de mi papá. Así que, cuando tenía problemas, me acercaba a pedirle ayuda para que me explicara y me enseñara.

Sin embargo, recuerdo que había ocasiones en las que por más que me explicaba y me enseñaba, seguía sin entender. Mi papá no solía ser muy paciente y llegaba a desesperarlo un poco. Aunque no me gritaba, su tono de voz cambiaba y en mi sensibilidad lo percibía enojado aunque en realidad no lo estuviera; realmente le apasionaba.

¡Gracias a Dios por mi papá! Gracias a él, lograba terminar las tareas, a pesar de que terminarlas me costaba demasiado trabajo pues casi eran hechas con el sudor de mi frente y con mis lágrimas, jaja. Entre muchos borrones y borrones, con la hoja maltratada de tantos errores que cometía, lo lograba.

Te preguntarás por qué te cuento esta historia. Porque a veces la vida es así. Estoy segura de que no soy la única que a veces siente que la vida se pone complicada. A veces, te sigues sintiendo como esa niña/o que quiere aprender pero que se equivoca una y otra vez y entre borrones y borrones, la hoja se ha maltratado, y lloras. Atraviesas por procesos difíciles que no comprendes, no los entiendes; así que corres a tu Maestro para que te ayude y te enseñe.

Todos atravesamos por procesos, esos momentos o circunstancias que te cuestan tanto como el sudor de tu frente e incluso lágrimas. Cuando te encuentras en los procesos, quizás comienzas a quejarte y solo piensas: "¿Cuándo pasará todo esto?" . Pero, cuando ya los aceptas, tus preguntas cambian a:“¿Qué debo aprender de esto? ¿Qué propósito tiene esto? ¿Para qué estoy atravesando esto?”. Si somos sabios, pensaremos en esto último. Sin embargo, después de abrazar esos procesos, surgía otra pregunta. Al menos en mí, yo pensaba: “Sé que debo aprender esto y esto otro, pero ¿y si no aprendo?”

Recuerdo que le decía a Dios: “Temo no aprender lo que quieres que aprenda. Ayúdame, no me dejes sola en el proceso. Siento que no pasaré al siguiente nivel. Me siento incapaz y torpe. Ayúdame Papá, ayúdame en el proceso de tal forma que logre hacer tu voluntad, y en el proceso ayúdame a verme como tú me ves. Por favor, tenme mucha pero mucha paciencia, no te desesperes ni te enojes conmigo cuando me equivoco”.

No tardó en darme la respuesta. Dios me recordó quién es Él.

Hoy Dios te dice: "Yo Soy un Padre paciente que con amor y paciencia te enseñaré".

Él es el Mejor Maestro y es tu Padre. Tu Padre es el Mejor Maestro.

Cuando Dios te enseña, lo hace con toda la paciencia y amor, Él es el Dios de la paciencia y es Amor. Él tiene misericordia de ti, es lento para la ira y grande en misericordia. Él te enseñará y te ayudará. En tus adversidades, dificultades y problemas, recuerda que Él ha prometido ayudarte. Él ha dicho: "Siempre te ayudaré" (Isaías 41:10).

Oración: Padre, tú eres el Buen Maestro, el Mejor Maestro, Papá. No hay problema que tú no puedas resolver. Acudo a ti cuando tengo problemas y tú me ayudas. Tú me enseñas, tú me aconsejas y estás conmigo durante todo el proceso. Aun cuando me equivoco, tú me muestras tu perdón, tu gracia y tu amor. Eres el Dios de la paciencia. Gracias por enseñarme y hacerme entender siempre con tu dulzura y ternura. Gracias, Padre, porque aun por las noches cuando duermo, tú me enseñas. Gracias, Espíritu Santo. En tu nombres, Jesús, amén.

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Acerca de este Plan

Abrazando la paternidad de Dios

¿Qué cambio crees que tendrían nuestras vidas si cada día abrazáramos la paternidad de Dios? ¿Qué impacto tiene en nosotros creer en el amor de Dios como Padre? Hay una gloriosa libertad que experimentamos al abrazar Su paternidad: el temor es echado fuera y la inseguridad se hace trizas. ¿Habría algo de qué preocuparnos? Es momento de creer y vivir de acuerdo a estas verdades.

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Nos gustaría agradecer a Fátima Meza por proporcionar este plan. Para obtener más información, visite: https://linktr.ee/soyfatimaa