Éxodo: Camino a La LibertadEjemplo

Referentes para un mundo que observa

Dios continúa dando instrucciones a su pueblo. Podemos ver cómo a través de todas estas leyes, que abarcan desde aspectos civiles, éticos y morales, hasta aspectos ceremoniales, el propósito de Dios sigue siendo el mismo: moldear la conducta de Israel, para que puedan reflejar el carácter del Dios al que representan.

Dios quería un pueblo que se distinguiera de las demás naciones en todo, no solo en aspectos religiosos. Israel estaba llamado a influenciar con su ejemplo, a través de ellos el carácter de Dios sería dado a conocer en la tierra.

Por naturaleza, los seres humanos somos influenciables, siempre estamos buscando puntos de referencia que nos marquen el rumbo de hacia donde debemos dirigirnos.

El problema no es ser influenciados por otros, eso va a pasar, queramos admitirlo o no, nadie es tan “especial” como para decir: “soy único, nadie se parece a mí y yo no me parezco a nadie”. Nos guste o no, de alguien estamos aprendiendo y a alguien estamos imitando (algún miembro de nuestra familia, amigo, profesor, figura pública, mentor).

¿Por qué o por quién estamos siendo influenciados? ¿Quiénes son nuestros modelos de vida? ¿Cuáles son las costumbres que estamos aprendiendo e imitando?

¿Será que imitamos lo que hace la mayoría con tal de encajar y ser aprobados por el mundo, o será que nos estamos dejando influenciar por aquello que nos hace parecernos más a Jesús?

Pablo dijo: ustedes deberían imitarme a mí, así como yo imito a Cristo.

De la misma manera en la que los Israelitas estaban llamados a ser el punto de referencia para el mundo antiguo, hoy somos nosotros, la iglesia, quienes somos llamados a ser referentes en la sociedad. Parte de nuestra identidad en Cristo es que somos la sal y la luz del mundo, creados en Cristo Jesús para realizar buenas obras, y que el mundo pueda ser testigo del carácter del Dios al que representamos.

El desafío es doble: Por un lado, debemos ser consientes de que el mundo nos observa. La forma en la que vivimos y nos relacionamos con los demás, da testimonio del Dios en el que creemos. Pero por otra parte, lo anterior nos obliga a ser más selectivos, sabios y astutos a la hora de elegir modelos de los cuales podemos absorber y nutrirnos.

Qué razón tenían nuestros abuelos cuando nos decían: “Dime con quién andas y te diré en quién te convertirás”

No se dejen engañar: «Las malas compañías corrompen las buenas costumbres» (1 Corintios 15:33).

¿Son las personas de las que nos rodeamos, personas que nos desafían a ser más como Jesús?

Oremos:

Señor, aunque sabemos que somos llamados a llevar tu luz a lugares oscuros, líbranos de la tentación de creer que podemos permearnos de ciertas influencias sin que ellas nos afecten. Ayúdanos a permanecer firmes en nuestras convicciones, y a huir de aquello que un día podría convertirse en piedra de tropiezo.