Éxodo: Camino a La LibertadEjemplo

La restitución.

De acuerdo con el diccionario, restituir significa devolver a alguien, o volver a poner algo donde estaba.

La restitución se incluye dentro de las leyes que Dios da a Israel con el objetivo de proteger la propiedad ajena. Quien ocasionara daños o perdidas a la propiedad de su prójimo, debía asumir la responsabilidad de regresar o restablecer, lo que había tomado o dañado.

Restituir es una de las palabras que más se repite en este capítulo 22, debemos prestar atención, ya que sigue siendo tan relevante para nosotros como lo fue para Israel en aquel tiempo.

Cuando vamos a la Palabra de Dios, tanto en el Antiguo como en el Nuevo Testamento, podemos ver que restitución tiene un significado aún más profundo, se trata de un principio bíblico que trasciende el cumplimiento de una ley civil. Restitución es el acto voluntario de regresarle a alguien por algún daño u ofensa cometido en su contra, y surge como consecuencia de un arrepentimiento genuino.

En palabras más simples, restituir significa que después de haber reconocido mi error delante de Dios, asumo la responsabilidad de regresar lo que tomé (cuando sea posible), de aquellos a quienes lastimé: tiempo, afecto, perdón, recursos. "Un verdadero arrepentimiento conduce a un deseo de corregir las injusticias".

Aunque este principio básico de convivencia continúa perdiendo popularidad en nuestra sociedad (nadie quiere hacerse cargo de sus errores, si a mí no me afecta a mí no me importa), la restitución sigue siendo un principio bíblico tan vigente para nuestro tiempo, como lo fue para el pueblo de Dios en la antigüedad.

Pedir perdón delante de Dios a veces resulta tarea sencilla, pero qué difícil se vuelve reconocer nuestros errores delante de aquellos a los que ofendimos, más aún, cuando en nuestras manos está el poder regresar algo de aquello que consciente o inconscientemente tomamos de otras personas (no siempre tiene que ver con aspectos materiales).

Al igual que en el caso de Zaqueo, el verdadero cambio de dirección, además de llevarnos a reconocer nuestro error delante de Dios, nos impulsa también a buscar a quienes hemos herido, reconocer nuestro error, pedir perdón, y si es posible, regresar las cosas al lugar correcto.

Oremos:

Señor, ayúdanos a reconocer nuestros errores delante de aquellos que hemos lastimado. Si está en nuestras manos, danos el valor para despojarnos de aquello que hemos tomado de otras personas y poder regresarlo.