Éxodo: Camino a La LibertadEjemplo

Cuando damos, ¿lo hacemos porque debemos, porque tenemos o porque queremos?

Aunque el diezmo sería un requisito de la ley para los israelitas, este capítulo nos revela el corazón de Dios cuando se trata de dar para que su obra sea llevada a cabo: una actitud voluntaria, que nace en un corazón agradecido.

Dar nunca debe ser una respuesta a la imposición o a la manipulación.

La paráfrasis que hace la traducción en lenguaje actual, no deja dudas al respecto.

“Habla con los israelitas y diles que me traigan una ofrenda. Pero no los obligues a dar nada. Quiero que su ofrenda sea voluntaria y de todo corazón".

Cuando presentamos nuestras ofrendas a Dios, ya sea tesoros, tiempo, o talentos, la actitud de nuestro corazón es determinante, ya que, la cantidad y la calidad de lo que damos a Dios para que sus propósitos se lleven a cabo, es en función de nuestra actitud.

Calidad sin amor no es excelencia, es vanidad. Cantidad sin amor no es generosidad, también es vanidad.

Dios ya no necesita un santuario para habitar entre nosotros porque él habita en nosotros, nuestro cuerpo es su templo.

Que mejor forma de darle lo mejor, que convirtiéndonos nosotros mismos en una ofrenda viva, poniendo a su disposición todo lo que somos y todo lo que tenemos, nunca preguntándole ¿Cuánto quieres que te dé?, como si lo que tengo fuese mío. Si no más bien, ¿con cuánto quieres que me quede?, reconociendo que todo lo pertenece a él.

Oremos:

Gracias Dios porque en tu corazón siempre ha estado tomarnos en cuenta para ser partícipes de tu obra en la tierra. Ayúdanos a dar siempre con el corazón correcto: agradecidos y alegres, por saber que a través de lo que damos, somos parte de tu plan para la humanidad.