Éxodo: Camino a La LibertadMuestra

El perfume que agrada a Dios

"Allí es donde yo me reuniré contigo" (Éxodo 30:6)

El altar de incienso era utilizado dos veces al día, el sacerdote debía entrar allí para quemar incienso como un acto de adoración a Dios.

Son muchos los pasajes en la Biblia que hacen referencia al incienso como símbolo de oración y alabanza. El rey David, por ejemplo, en el Salmo 141:2, dijo: Sea puesta mi oración delante de ti como incienso.

Lo anterior debe llevarnos a reflexionar en dos aspectos muy importantes:

I. Es a través de Jesucristo, nuestro gran Sumo Sacerdote, que podemos acercarnos a Dios. Él es, quien está al lado del Padre, intercediendo por cada uno de nosotros.

Cada vez que nos presentamos delante de Dios en oración, lo hacemos a través de nuestro Señor Jesucristo, él es el único perfume de olor fragante, no hay otro sacrificio agradable para Dios, gracias a él, no hay condenación para nosotros, sus hijos.

II. Por otra parte, siendo que, en Cristo somos sacerdotes de su Reino, debemos tener presente la importancia de pasar más tiempo en la presencia de nuestro Señor. Es allí, en la intimidad de nuestra habitación, que derramamos en adoración nuestro corazón a Dios y nos convertimos en ofrenda de aroma agradable.

"Cuando el sumo sacerdote ofrecía incienso sobre el altar, el perfume del incienso permanecía sobre sus vestiduras y cuando salía de allí y caminaba entre la gente, todos podían percibir el aroma".

¿Cuál es el aroma que percibe la gente cuando caminamos en medio de ellos?

Aunque un buen perfume o una buena colonia, pueden causar una agradable impresión en los demás, no es precisamente ese, el aroma que estamos llamados a esparcir en la sociedad; se trata del aroma de vidas consagradas a Cristo, vidas que marcan diferencia, no por como huelen, sino por como viven.

La única forma de impregnarse de ese olor, es pasando más tiempo en la presencia de nuestro Señor.

Preguntas de reflexión:

¿Qué clase de aroma queremos que otros perciban en nosotros? ¿El de la fama, el del éxito, el de una buena apariencia externa, el de un costoso perfume, el de la mediocridad, el de la inconstancia, el de la pereza o el de Jesucristo?

Oremos:

Padre, gracias por todo lo que Jesús significa para nosotros. Que sea su aroma lo que otros perciben cuando están cerca nuestro, si hay otra cosa que por gracia nos has permitido alcanzar, que eso también, de gloria a nuestro Señor y Salvador.