Éxodo: Camino a La LibertadMuestra

Hermosa ley

Este es el momento en el que Dios establece las reglas del juego para su pueblo.

A través de una serie de eventos poco comunes, su autoridad quedó manifestada, Israel debía regirse a partir de una ley que refleja la naturaleza de Dios, serían estas normas de conducta moral su distintivo como pueblo escogido. Con este código, Dios reafirmó la ley que desde el principio fue escrita en el corazón del ser humano.

A diferencia del pensamiento popular, que afirma que los mandamientos de Dios solo coaccionan y limitan la libertad del ser humano, las leyes divinas son un hermoso recordatorio del amor y el cuidado de Dios por su creación.

Desde el principio, Dios estableció límites que nos protegen de lo que nos destruye. Los mandamientos de Dios son al ser humano lo que las leyes de tránsito son para los conductores, alertas que nos advierten cómo debemos conducirnos por la vida para evitar accidentes.

Al darnos cuenta de que, debido a nuestra naturaleza, somos incapaces de cumplir la ley en su totalidad (por eso nos accidentamos tanto), necesitamos voltear nuestra mirada hacia alguien que si es capaz de hacerlo: Jesucristo.

“Hasta que no te veas a ti mismo como un pecador, nunca verás tu necesidad de un salvador” (Groeschel)

Nuestra obediencia, no surge de un corazón temeroso que espera el castigo y que busca ganarse el favor de Dios a partir de esfuerzos inútiles, todo lo contrario nuestra obediencia nace en un corazón agradecido, es inspirada por la Gracia y fortalecida por el Espíritu Santo (Guzik).

En medio de una sociedad en la que cada día es más común vivir a partir de códigos éticos y morales establecidos por el hombre, en donde son los seres creados quienes determinan lo que está bien y lo que está mal, se vuelve urgente buscar cada día la ayuda del Espíritu Santo, para vivir de una manera que honre a Dios, y nos distinga como pueblo escogido.

¿Hay algún área en mi vida en la que necesito pedir ayuda al Espíritu Santo para vivir de una manera que honre a Dios?

Oremos:

Gracias Dios, porque tus mandamientos nos recuerdan cuánto nos amas. Ayúdanos a vivir de una manera que te honre, siendo hacedores de tu Palabra y no solo oidores.