El niño que es SeñorMuestra
Elisabet declara la Palabra del Señor
La profecía es cuando Dios elige y usa a alguien para hablar a través de esa persona. Ocurre tanto en el Antiguo Testamento como en el Nuevo Testamento y en nuestros días.
La profecía es a veces predecir el futuro, predecir acontecimientos futuros. Cuando nuestra Biblia fue escrita, casi el 25 por ciento era narrativa profética (predicción de acontecimientos futuros). Sin embargo, no toda profecía se refiere a lo que va a suceder. Una declaración de verdad, conocimiento, amonestación o aliento también puede considerarse profecía, ya que es una palabra oportuna de Dios. A veces la profecía es un mensaje personal; Dios quiere que alguien sepa algo, así que envía a un mensajero para entregar una palabra a ese individuo. Este es el tipo de profecía que vemos en Elisabet.
¿De dónde procedía la profecía de Elisabet? En el versículo 41, Lucas nos dice: “Elisabet fue llena del Espíritu Santo”. El Espíritu Santo toma a esta mujer y sus deseos más profundos y les da vida: “Y exclamó a gran voz: “Bendita tú entre las mujeres, y bendito el fruto de tu vientre” (Lucas 1:42). Elisabet, llena del Espíritu, declara que los hijos son una bendición. Esto va en contra del pensamiento moderno, como suele ocurrir con la palabra de Dios. Nuestra cultura tiende a tratar a los hijos como una maldición, algo que provoca estrías, privación del sueño y gastos a sus padres. Pero la Biblia es clara: los hijos no son una maldición, sino una bendición. Como dice el Salmo 127:3: “Un don del Señor son los hijos, y recompensa es el fruto del vientre”.
Elisabet sigue honrando a María, lo cual es inusual, ya que era costumbre que la más joven honrara a la mayor. Elisabet no sólo honra a María, sino que también honra al bebé de María. Elisabet es la primera persona de la Biblia que se refiere a Jesucristo como "Señor". A pesar de que acaba de ser concebido, Elisabet se alegra de poder estar en presencia de Jesús. El bebé es el Señor, y ella lo adora allí mismo, en su estado prenatal.
Elisabet dice: “¿Por qué me ha acontecido esto a mí, que la madre de mi Señor venga a mí?” (Lucas 1:43). No le ha visto caminar sobre las aguas, resucitar a los muertos, sanar a la gente, morir en una cruz o resucitar de la muerte; ni siquiera le ha visto nacer. Pero Elisabet ya está asombrada de estar cerca de Jesús, y ya lo adora y lo declara como su Señor. Estar en la presencia del Señor era todo lo que ella necesitaba para inspirarse a adorarlo, y es todo lo que nosotros necesitamos también para adorarlo.
Reflexión:
¿Consideras sinceramente que los hijos son una bendición del Señor? Si no es así, ¿por qué?
Escrituras
Acerca de este Plan
Cada Navidad, el mundo entero se detiene para celebrar el nacimiento de la persona más importante en la historia del mundo: ¡Jesucristo! En el devocional diario “El niño que es Señor”, estudiaremos los grandes detalles que rodean esta entrada de Dios en la historia de la humanidad, que cambió vidas, alteró la historia y salvó almas, tal como se registra en Lucas 1-2.
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Nos gustaría agradecer a Mark Driscoll por proporcionar este plan. Para obtener más información, visite: https://realfaith.com/