El niño que es SeñorMuestra

Adorar en lugar de preocuparse

Soltera. Pobre. Joven. Embarazada de Dios.

María tiene mucho de qué preocuparse.

Sin embargo, en lugar de preocuparse, en Lucas 1:46-55 la encontramos adorando. María entona una hermosa canción espontánea, ungida y llena de adoración en respuesta a la bondad de Dios y a su tan esperada provisión. La adoración abarca toda la vida, pero sin duda incluye el canto. María canta: “Mi alma engrandece al Señor”.

Lo que está diciendo es que, en el fondo, desde un corazón renovado por la gracia de Dios, quiere adorar al Señor. Su vida puede ser incierta, pero ella quiere que Dios sea honrado y glorificado porque Él es bueno incluso cuando los tiempos son difíciles. Su espíritu y el Espíritu Santo se unen para honrar a Jesús—el hijo que lleva en su vientre—para que Dios Padre sea alabado.

Su canto continúa y vemos más del corazón de María. Como todos nosotros, es imagen de Dios, hecha para reflejarlo. Lo refleja maravillosamente en su canto, que destaca el amor, la verdad, la compasión, la justicia, la generosidad y la humildad de Dios.

María es una adolescente teológicamente astuta. Su canción está impregnada de lenguaje bíblico extraído de 1 y 2 Samuel, Deuteronomio, Job, los Salmos, Isaías, Ezequiel, Miqueas, Habacuc y Sofonías, a pesar de que no era habitual que una mujer de su edad y educación recibiera una formación académica. Tal vez escuchaba la lectura de las Escrituras en la sinagoga cada sábado y las memorizaba. En cualquier caso, ha elegido vivir su vida con un enfoque en lo alto : Confía en las Escrituras, entiende quién es Dios y vive su vida a la luz de esa realidad en las circunstancias más difíciles.

Reflexión:

¿Hacia qué preocupaciones o agobios se va tu mente a lo largo del día? ¿Cómo puedes adorar a Dios y luchar por la alegría en esos momentos?