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El niño que es SeñorEjemplo

El niño que es Señor

DÍA 18 DE 45

Los bebés no nacidos pueden adorar

Cuando María y Elisabet se acercan la una a la otra, y con ellas en sus vientres los dos hijos que representan el antiguo y el nuevo pacto; las promesas y el cumplimiento; el profeta y el Señor. Sus vientres se juntan, ¡y Juan adora!

Es increíble.

Juan está en el vientre materno, tiene seis meses, ha sido predestinado por Dios, salvado, elegido, escogido y nombrado, todo ello antes de haber visto la luz del sol, sentido el viento o aspirado aire fresco en sus pulmones. Está lleno del Espíritu Santo y vemos por primera vez a Juan como un líder de adoración en el vientre. Está celebrando en el vientre materno. No logro pensar en una ilustración más fuerte de la individualidad y autonomía de una persona en el vientre materno que ése. Elisabet concluye su extraordinaria profecía con estas palabras finales: “Y bienaventurada la que creyó que tendrá cumplimiento lo que le fue dicho de parte del Señor” (Lucas 1:45).

Lucas es un médico que escribe bajo la inspiración de Dios Espíritu Santo. ¿Qué significa cuando dice de Elisabet que “el bebé saltó en su vientre”? ¿Qué quiere decir la Biblia con la palabra “bebé”?

Si examinamos todas las veces que Lucas utiliza esta palabra originalmente griega para “bebé”, vemos que hay coherencia. En Lucas 1:41 (NTV), dice: “Al escuchar el saludo de María, el bebé de Elisabet saltó en su vientre”. En Lucas 1:44 (NTV), Elisabet dice: “el bebé saltó de alegría en mi vientre”. Es la misma palabra para bebé. Se trata de un bebé no nacido, en su etapa prenatal: Juan el Bautista.

Mientras seguimos leyendo, Lucas 2:12 dice: “hallarán a un Niño envuelto en pañales y acostado en un pesebre”. Lucas 2:16 dice luego: “Fueron a toda prisa, y hallaron a María y a José, y al Niño acostado en el pesebre.” Se utiliza la misma palabra para referirse al recién nacido Jesucristo en un pesebre (niño) que para referirse al prenacido Juan el Bautista en el vientre de su madre (bebé).

En Lucas 18:15-16, cuando Jesús ya había crecido, leemos: “Y traían a Jesús aun a los niños muy pequeños para que los tocara. Al ver esto los discípulos, los reprendían. Pero Jesús, llamándolos a su lado, dijo: «Dejen que los niños vengan a Mí, y no se lo impidan, porque de los que son como estos es el reino de Dios.” La misma palabra utilizada para referirse a Juan el Bautista en el vientre de Elisabet es la misma palabra utilizada para Jesús acostado en el pesebre, y es la misma palabra utilizada para los niños traídos para que Jesús orara sobre ellos.

La última vez que Lucas utiliza este término es en Hechos 7:19: “[El impío Faraón], obrando con astucia contra nuestro pueblo, maltrató a nuestros padres, a fin de que expusieran a la muerte a sus niños para que no vivieran.

La misma palabra se utiliza para designar a un bebé no nacido, a un recién nacido y a los niños pequeños, porque Dios los ve a todos por igual: como personas que llevan su imagen y semejanza, merecedoras de todos los derechos y dignidad. En el vientre de Elisabet hay un ser humano hecho por Dios, a Su imagen y semejanza, que merece toda la dignidad y el valor que atribuimos a todas las demás vidas humanas. Esto demuestra que un bebé en un vientre es un bebé. Un bebé en un vientre es conocido por Dios como lo fue Juan, nombrado por Dios como lo fue Juan, puede ser predestinado y elegido para la salvación como lo fue Juan, y puede ser llenado por el Espíritu Santo como lo fue Juan (Lucas 1:15).

El bebé de Elisabet tiene un nombre. Está lleno del Espíritu Santo. Adora. Está vivo. Dios es el Autor de la vida, y sólo Él tiene derecho a definir cuándo comienza la vida.

Contrariamente a lo que Dios declara, muchas culturas, tribunales y países intentan diferenciar entre un recién nacido y un no nacido. Uno goza de plenos derechos civiles y humanos, pero el otro no. Pero es imposible leer la Biblia y no ver la vida en el vientre materno como algo menos que un ser humano.

Por supuesto, este es un tema emocional y devastador que atormenta a muchos que tienen una experiencia con el aborto. Para todos los que han participado en este acto, hay gracia, amor, perdón, misericordia y sanidad disponibles a través de Jesucristo, así como la esperanza de un reencuentro eterno con su hijo no nacido en la presencia de Dios.

Reflexión:

¿Estás comprometido con la sacralidad de la vida humana? Si no es así, ¿son tus convicciones impulsadas por la Palabra de Dios, la presión cultural o tu propia experiencia dolorosa?

Día 17Día 19

Acerca de este Plan

El niño que es Señor

Cada Navidad, el mundo entero se detiene para celebrar el nacimiento de la persona más importante en la historia del mundo: ¡Jesucristo! En el devocional diario “El niño que es Señor”, estudiaremos los grandes detalles que rodean esta entrada de Dios en la historia de la humanidad, que cambió vidas, alteró la historia y salvó almas, tal como se registra en Lucas 1-2.

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Nos gustaría agradecer a Mark Driscoll por proporcionar este plan. Para obtener más información, visite: https://realfaith.com/