Caminando Cerca Del Maestro Sus Últimos DíasMuestra

Domingo de Ramos | María Ester Sánchez Núñez

Señor Jesús, me gustaría, en estos días de Semana Santa, pasar tiempo a solas contigo, en intimidad, en Tu Palabra, meditando, reflexionando, empapándome de Tus últimos días antes de morir. Entendiendo, recibiendo como nunca antes, Tu entrega, Tu sacrificio, Tu amor y Tu resurrección. Ayúdame a leer los evangelios con la frescura del que nunca los ha leído. Permíteme sentir, aunque sea un poco, lo que fueron aquellos días tan cruciales para la humanidad. Déjame acompañarte, por favor.

En una ocasión, leí la importancia de Tu entrada en Jerusalén sobre un burrito. Así entraban los reyes en el Antiguo Testamento cuando venían después de una guerra. No triunfantes, sino que entraste en “son de paz”. Eso es lo que Tú traías una última vez a Jerusalén. Les ofrecías Tu Paz, cumpliendo a la vez profecías dadas miles de años antes y autoanunciándote como su Mesías esperado. Los burritos no suelen estar domados aún, pero Tú, el Príncipe de Paz, el Creador, no necesitabas que lo estuviera. La creación se somete a Ti, también en este momento aparentemente anecdótico.

¿Y los discípulos?

Ellos no entendían la importancia de aquellos días, no sabían que eran los últimos que estaban viviendo contigo, su querido Maestro. (Jn. 12:16) Pero igualmente les caracterizó la obediencia. Jesús les dio instrucciones específicas de ir a buscar el burro (el evangelio de Mateo es el único que nos proporciona detalles interesantes sobre el animal) y dónde encontrarlo. Y ellos se limitaron a obedecer. Me pregunto si alguno de ellos pensó que un gran caballo blanco sería más apropiado para la ocasión... De cualquier manera, simplemente obedecieron.

¿Dónde estoy yo en este Domingo de Ramos?

Sinceramente, me he quedado pensando en el burrito. Y no me siento culpable por ello, ya que el mismo evangelista consideró oportuno incluir detalles interesantes en el relato. El animal que los discípulos debían recoger estaba atado junto a una puerta con su madre.

Jesús les pide que le lleven los dos, aunque Él solo tenía pensado usar a la cría. Este detalle me conmueve profundamente (probablemente por ser madre). Jesús no necesita a la madre para Sus planes, pero la incluye, aunque no era más que una burra... Una burra a la que iban a quitar su cría... ¡qué ternura! ¡qué gran consideración! El Creador cuidando de Su creación, aunque solo era una burra...

Si Jesús, en un día tan señalado para Su Ministerio y para la Humanidad, cuida este pequeño detalle, cuida de una burra madre...¿cómo no va a cuidar de mí?

Tú, a punto de llevar sobre Ti el pecado de la humanidad, preocupado por un detalle semejante... ¡No dejas de asombrarme!

Tengo la extraña sensación de haberme colado en una máquina del tiempo y estar siendo testigo CONTIGO de esta semana... Ahora mismo, estoy sujetando a la burra madre, acariciando su cuello mientras las dos lloramos alucinadas de que El Creador del Universo está sentado sobre su pollino, el propio Mesías Prometido habiendo elegido a Su cría, trayendo Paz a las naciones, y a estas dos madres desconcertadas...