Las Siete Palabras De La CruzMuestra

UNA PALABRA DE CUMPLIMIENTO

Jesús les contó una vez a sus discípulos y a los fariseos una parábola sobre un mendigo llamado Lázaro que fue al cielo y un hombre rico que terminó en el infierno. Tan severos son los tormentos del infierno que no se daría ni una gota de agua para aliviar la agonía.

Quizás Jesús ya sabía entonces que estaría describiendo sus tormentos en la cruz. Aunque le ofrecieron algo de beber el Viernes Santo por la mañana, él se negó. Estaba decidido a experimentar la medida completa del tormento físico que se necesitaba para pagar por completo las deudas pecaminosas de la humanidad. Pero también sabía que el Salmo 69 había profetizado los sufrimientos del Siervo de Dios al que se le daría a beber vinagre.

Y así, cuando se acercaba la muerte, Jesús pidió la bebida, no para disminuir su sufrimiento, sino para cumplir la Escritura: “Después de esto, sabiendo Jesús que ya todo estaba consumado, dijo, para que la Escritura se cumpliese: Tengo sed. Y estaba allí una vasija llena de vinagre; entonces ellos empaparon en vinagre una esponja, y poniéndola en un hisopo, se la acercaron a la boca.” (Juan 19:28-29).

Incluso en la cruz, Jesús tuvo mucho cuidado en mostrar que el retrato del Salvador venidero, pintado a lo largo de muchos siglos a lo largo del Antiguo Testamento, era exacto en cada detalle. No vino a desechar el Antiguo Testamento sino a cumplirlo y completarlo. En sus últimos momentos, el Hijo de Dios demostró que Dios cumple sus promesas.