La Incómoda Solución Para Prácticamente TodoMuestra

Liberación de un endemoniado

El Evangelio de Marcos nos narra el encuentro de Jesús con un endemoniado. Un hombre de la región de los gerasenos o gadarenos, al sudeste del mar de Galilea, habitada por gentiles. La presencia de un hato de cerdos, muestra que no era una región judía, ya que de acuerdo con la ley del Antiguo Testamento (Levítico 11:7), los cerdos eran considerados animales “impuros”.

Este pasaje nos refiere la condición de este hombre, poseído por un espíritu maligno, torturándose a sí mismo, cautivo, atrapado, perdido y despreciado. En una condición de esclavitud espiritual, humillado y marginado porque Satanás es un destructor. El significado del nombre Legión muestra que él estaba poseído de muchos demonios. Marcos nos muestra que Jesús tuvo compasión de este hombre, le salió al encuentro, y le ordenó al espíritu salir de él. Este hombre dominado por los demonios se postró y clamó no por su liberación sino para que Jesús lo dejara en paz, pero Jesús lo liberó, le restituyó su dignidad perdida y lo sanó. Y eso fue tan evidente para todo el mundo que vieron a los demonios salir de él, entrar en los cerdos y ver al hombre liberado, vestido y en su sano juicio.

Tal fue el impacto del despliegue del poder de Dios que muchos tuvieron temor, y en vez de creer le pidieron a Jesús que se fuera. Por el contrario el gadareno liberado lo quiere seguir, pero éste le indica que sea testigo de la misericordia y gracia de Dios en su vida en esa región. En este pasaje no solo observamos a Jesús, manifestar Su poder y soberanía sobre las huestes espirituales, sino también mostrar Su misericordia, gracia y bondad al ayudar, liberar y darle la dignidad a este hombre.

El mundo espiritual es real, las fuerzas malignas están presentes en nuestro mundo. Cristo Jesús es quien libera a los oprimidos. Él murió en la cruz del calvario para darnos libertad, salvación y vida eterna. Jesús tiene el poder y la autoridad para librar al hombre no solo de cualquier espíritu maligno, sino de librarlo de cualquier hábito, costumbre, vicio que lo esclavice. Tenemos que ir a Él y refugiarnos bajo Sus alas para ser objeto de Su poder y gracia.