Biblia en Un Año - ÉxodoMuestra

Cuando me reuní por primera vez con un grupo de bellas pastoras en la ciudad de Chihuahua, México. Empezamos a definir un tanto nuestros ministerios y destinos por las palabras que nos decíamos así como por las oraciones que realizábamos. Fue un tiempo muy valioso para mí. Aún recuerdo que una de ellas, inspirada por Dios, mencionó el versículo.

Impresionante y tajante (el Evangelio generalmente se muestra así).

Entre los comentarios que escuchamos a diario, de personas que amamos así como de otras que no, saltará uno que retumbe nuestro interior y que podemos tomar la decisión de abrazarlo o rechazarlo. De ahí dependerá el ministerio. Decidí abrazarlo.

Moisés hizo lo mismo con su suegro Jetro.

Aconsejar es uno de los aspectos de todo líder eficiente, especialmente cuando le añades lo más importante: sabiduría.

¿Quién no amaría a este sabio consejero?

Este hombre demostró una tremenda sabiduría en su consejo paternal y Moisés decidió escuchar con atención y obedecerlo.

Evitó aferrarse a su punto de vista equivocado.

Pero no solo nos elige, nos da ropaje de realeza.

Nos dice que somos vencedores, no víctimas; nos calma cuando tememos, cuando percibimos que los cambios que Dios hace en nosotros son gigantescos y nos dice que ese temor es normal… ¡y válido!

Es cuando terminamos con la autosuficiencia y nos aferramos a Dios (bendito intercambio que nos da).

Oración:

Padre: por la enseñanza que nos das, gracias. Has establecido que si damos oído a Tu voz y guardamos Tu pacto, nosotros seremos Tu especial tesoro sobre todos los pueblos, porque Tuya es toda la tierra. Y nosotros seremos un reino de sacerdotes y gente santa. Habla que escucharemos y obedeceremos. ¡Amén!