Ten ÁnimoMuestra

Existe una línea delgada entre la diligencia y el afán, y en el fragor del día es muy fácil traspasarla. 

El afán termina por fatigarnos, pero solemos ignorar esto hasta que ya es muy tarde. Un corazón afanado y una mente preocupada solo generan agitación, llevándonos directo al cansancio y al desánimo. En todo esto la solución es la calma. El afán de cada día solo puede ser resuelto por una sólida confianza en Dios y un fuerte enfoque en el presente. 

Ser dinámico en la acción no es lo mismo que estar estresado en el corazón. Se puede ser efectivo sin estar en turbulencia, pero lograr eso requiere que nos rindamos al Señor. Mantener el alma verdaderamente quieta solo es posible como el resultado de experimentar la paz que proviene de Dios. 

El afán no resuelve nada, la diligencia sí, por lo tanto, debemos aprender a ser más diligentes no a estar más ocupados y afanados.

Dejemos nuestros afanes, el Señor ha dado respuesta a todas nuestras preocupaciones y necesidades, por ello debemos llenarnos de fe, descansar en Sus promesas y confiar en Su fidelidad. Decidamos dejar de pelear batallas que no podemos ganar y rendirnos a Dios quien puede ganarlas todas. 

Necesitamos dejar de correr desesperadamente, calmarnos, escuchar, respirar y oxigenarnos. Necesitamos experimentar la clase de vida que proviene de tener la confianza puesta en Dios. 

Ten ánimo ¡Dios está en control de todo lo que te preocupa!