Ten ÁnimoMuestra

Dicen que la vida no es una carrera corta de cien metros planos donde lo importante es la velocidad y la agilidad para llegar primero sino que más es como una maratón, donde importan cosas distintas, tales como el ritmo, la resistencia y la fortaleza interior, más que cualquier otra cosa, pero mientras más vives, más te das cuenta que en realidad es como una mezcla de ambos asuntos y el secreto es saber cuándo es uno y cuando es otro. 

Solemos ver las cosas como “fáciles” o “difíciles”, pero lo cierto es que cada etapa debe ser vivida con la perspectiva apropiada. No todo lo fácil es bueno y no todo lo difícil es malo, y necesitamos tener claridad al respecto. En ocasiones es necesario aumentar la velocidad y en otras hay que bajar el ritmo, pero como sea, seguro en más de una ocasión puedes haber sentido que no vas a llegar a la meta, que no lo vas a lograr, que es demasiado el trabajo y la lucha, que nunca es suficiente el esfuerzo, que no vale la pena, y producto de eso puedes llegar a experimentar hastío. 

Quizás algunos tramos no tengan sentido para ti y puede que en tu confusión te hayas sentido desanimado respecto a tu fe o en algunos casos más difíciles hasta hayas sentido el deseo de renunciar a todo, pero debes saber que hay etapas duras que te están ayudando para bien, hay carencias que te están haciendo más fuerte y te están impulsado a cambiar, hay dolores que te están incomodando para llevarte a sanar, hay lágrimas que te están limpiando. 

Aunque no lo entiendas todo lo más importante es entregar a Dios cada tramo, cada escenario y cada etapa. Pregúntale: ¿Qué quieres de mí con esto que estoy viviendo?, ¿Qué puedo aprender?, ¿Qué puedo cambiar?, ¿Qué quieres trabajar conmigo?, ¿Cómo puedo servirte por medio de esto?

Más allá de lo que ven tus ojos, agradece al Señor y dile:  se que puedo confiar en ti, que tú estás cuidándome y harás que de alguna manera todo funcione para bien. 

Ten ánimo ¡Todo obrará para bien!