Eres ReyMuestra

El pan de vida eres tú

Vengo a ti

Tú eres mi sustento, Dios

¿Cuántos hijos se han visto envueltos en juicios relativos con su alimentación para recibir una manutención mensual por parte de su padre? En la mayoría de los casos no se cumple con algo básico y que no debería ser impuesto, sino de manera natural. Los alimentos son tan necesarios para el ser humano y un padre lo sabe; muchos en algún momento hemos tenido un bocado delicioso y si en ese momento aparece un hijo, se lo brindamos sin dudarlo. Ahora bien, nuestro Padre celestial sabe de qué tenemos necesidad y nos da lo que necesitamos, él sí es un verdadero Padre. 

El alimento que nos ha dado produce vida y vida eterna, su Hijo Jesús es pan de vida, es nuestro sustento. Por él subsistimos, cada uno debemos tomar bocados para nutrir nuestro espíritu, si esto es una realidad en nosotros podemos afrontar desde adentro las circunstancias y sabemos cuál es su efecto cuando lo vivimos y se expresa en nosotros. Cada experiencia aumenta la fe, vivifica el mover de quien nos habita y posiciona a los hijos entendidos.

El Padre celestial nos hizo sus hijos, nos ama, nos sustenta y sostiene en medio de toda circunstancia, pero también nos dio vida en nuestro espíritu cuando estábamos muertos. Nos dio su vida, no cualquier vida sino su plenitud a cada uno de sus hijos, así que no nos falta nada en el espíritu.

Oremos

Sostener, mantener, sustentar en todo, lo has hecho desde el principio y lo haces hoy, tú nunca nos has faltado y menos fallado. Tenemos tu perfecta provisión en todo tiempo, tu gracia y paz inundan el corazón de los redimidos. Agradecimiento eterno brota del corazón de los hijos que disfrutan de la abundancia de un padre bondadoso, dadivoso y generoso. Él mismo se proveyó para que todo fuera perfecto, para que todos nosotros no nos perdiéramos y tuviéramos vida en abundancia. Es decir, a Cristo dentro de nosotros, ¿qué más podemos pedir?

Mi oración de agradecimiento eterno, Padre amado, por todo lo que has hecho en mi vida, por cada instante que has sido mi provisión, porque tú me completas, eres mi todo. Hoy te tengo en mi corazón, mi mente y mi cuerpo, cuán grande privilegio y te glorifico por ello. Que toda mi vida sea la manifestación de lo que he recibido, gracias por la paz y la gracia que nos has dado y por hacerme tu hijo. Amén.