Limpieza profunda: Cómo deshacerse de la vergüenza, las influencias tóxicas y la falta de perdónMuestra

Limpiando profundamente nuestra vergüenza

¿Cómo sería tu vida si nunca experimentaras la vergüenza? Imagina que nunca te sientes indigno, inadecuado, o como si tuvieras que probarte a ti mismo. ¿Qué riesgos podrías tomar si la vergüenza no te frenara? 

Desafortunadamente, vivimos en un mundo roto, y la vergüenza no nos es ajena. De hecho, la vergüenza es una de las primeras emociones que aparecen después del primer pecado.  

Entonces, ¿qué es la vergüenza? 

La vergüenza es el sentimiento abrumador de que nuestros errores se convierten en nuestra identidad. Volvamos al jardín. 

Dios les dice a Adán y Eva que son libres de comer cualquier cosa—excepto el fruto de un árbol. La serpiente convence a Eva para que lo pruebe, ella convence a Adán, y la vergüenza rápidamente se apodera de él. 

En lugar de correr a Dios para admitir que han cometido un error, intentaron débilmente esconderse y cubrirse. 

Nosotros también lo hacemos. Cometemos un error, y nuestros instinto es ocultarlo. O estamos demasiado avergonzados u orgullosos como para admitir ante Dios y los demás que hemos metido la pata, así que nos hundimos en la vergüenza, sintiéndonos solos y rotos. 

La culpa dice: “Comer esa fruta estuvo mal”. La vergüenza, por otro lado, dice: “Eres malo porque comiste esa fruta". 

La culpa puede ser a menudo la puerta de entrada al arrepentimiento, fortaleciendo nuestra relación con Dios. La vergüenza nos mantiene atrapados en el pecado, distanciándonos de Dios. 

Pero cuando seguimos a Jesús, no tenemos que vivir en la vergüenza. La tumba vacía de Jesús es un rotundo llamado para que la vergüenza salga de ti. Solo mira lo que Jesús hizo por nosotros: 

… por el gozo que le esperaba [Jesus] soportó la cruz, menospreciando la vergüenza que ella significaba, y ahora está sentado a la derecha del trono de Dios Hebreos 12:2 NVI.

¿Puedes imaginar cuánta vergüenza soportó Jesús al enfrentarse a esa cruz? Estaba desnudo, golpeado hasta quedar irreconocible, y a punto de sufrir una muerte muy pública. Y, sin embargo, soportó la vergüenza de la cruz para que nosotros pudiéramos superar la vergüenza de una vez por todas. 

Por eso, la respuesta para acabar con la vergüenza no es la autoayuda. No es hacer cosas buenas. No es decirnos a nosotros mismos que somos increíbles. No es ignorar nuestros errores o compensarlos. 

La respuesta a la vergüenza es una tumba vacía. Y cuando nos enfocamos menos en lo que hemos hecho y más en quién es Dios y lo que ha hecho por nosotros—estamos en camino de conquistar la vergüenza. 

La próxima vez que estés atrapado en una espiral de vergüenza tóxica, convencido de que lo que has hecho te descalifica de la familia de Dios, esta es la verdad que declaras: 

No soy ____. Por Cristo Soy ____. 

No soy malo. Por Cristo soy perdonado (Romanos 8:1, Juan 3:17). 

No estoy roto. Por Cristo soy amado (Juan 3:16). 

No soy suficiente, pero Cristo en mí es más que suficiente (Romanos 8:37).

Cualquiera que sea la mentira que la vergüenza te esté diciendo, calla esa mentira con la verdad de Dios. 

Ora: Dios, no quiero separarme más de Ti. La vergüenza dice que soy demasiado, demasiado malo, demasiado desordenado para Tu amor. Pero Tú dices que, gracias a Cristo, soy amado, digno, elegido, llamado y perdonado. Reemplaza mis mentiras con Tu verdad. Gracias, Jesús, por conquistar la vergüenza y ofrecer la libertad. En el nombre de Jesús, amén.