Tras Las Huellas De CristoMuestra

"A quienes Dios quiso dar a conocer las riquezas de la gloria de este misterio entre los gentiles; que es Cristo en vosotros, la esperanza de gloria." (Col. 1:27)

Quizás te has preguntado: ¿Qué tan preciados somos para Dios? ¿Cuál es exactamente la medida de Su amor? Tal vez nuestro corazón y nuestro entendimiento, por ahora no logre comprenderlo por completo, pero Jesús, nuestro Redentor, sí lo sabía.

En comunión permanente con el Padre, Él conocía cuán grande era el deseo de Su corazón de que un día pudiéramos volver a Él. Y por esto no dudó en renunciar a su gloria exterior, reduciéndose a la forma de un humilde sirvo, al envolverse con nuestra piel, con el fin de identificarse con nuestra condición humana, ni tampoco escatimó en sufrir el desprecio, la blasfemia, la injusticia, el dolor y la muerte más humillante de su época con tal de obsequiarnos el mismo cielo.

"A estos Dios se propuso dar a conocer cuál es la gloriosa riqueza de este misterio entre las naciones, que es Cristo en ustedes, la esperanza de gloria" (Col 1:27 NVI).

Cada pensamiento de Dios por cada persona ha sido colmado con ese amor. Aunque nosotros por nuestra debilidad y egoísmo perdimos el camino a la vida eterna, Dios encontró la manera de corregir nuestro rumbo y acercarnos nuevamente a Él (Juan 6:44).

Esa era la voluntad de Dios, hacer posible que un día volviéramos a su lado para alabarle y darle gloria, al abrir el círculo, la casa celestial, el lugar de gloria, de perfecta comunión entre el Padre, el Hijo y El Espíritu Santo. Es gracias a Jesucristo que tú y yo podemos hoy tener una correcta relación con Dios y vivir con esperanza futura (Efesios 1: 3-6).

Meditemos, por tanto, en este día, querido amigo/a, en el perfecto, total, infinito, inmutable y gratuito amor que nuestro Padre Celestial nos ha manifestado en Cristo Jesús por siempre.

Que Dios en su gracia nos permita contemplar su hermosura y santidad y nos dé más luz para seguir amándolo tal como Él lo hizo primero.

Te animo hoy a ver las cosas buenas que Dios ha hecho a favor tuyo, desde el regalo de la vida, la familia, la posibilidad de tener dones y talentos que te sirven para labrarte un futuro. Y puedas al final darle gracias a Dios por el bien más preciado que Él te ha dado a través de su amado Hijo: ¡la salvación y la vida eterna!

¡Medita en esto!