Fieles a la voluntad de DiosMuestra

Velos y paradigmas

El Espíritu corre los velos, quita los paradigmas, remueve preconceptos y lentes con los que a veces hemos querido ver las cosas, sin embargo, no vemos lo que Dios nos está mostrando, sino lo que pensamos que es; por eso, podemos estar engañados como Pedro. Dios le habla de la visión, se la muestra; él ve y dice que vio cuadrúpedos, reptiles y aves, nunca lo que tú ves es lo que Dios te muestra. Dios no le estaba mostrando animales inmundos y animales puros, Él le estaba mostrando naciones que, por la sangre de Cristo, tanto las unas como las otras, tenían el mismo acceso al trono de la gracia. 

Cuando tú, como Pedro, vienes con prejuicios y tradiciones, ideas judaicas y con un nacionalismo religioso, probablemente no ves lo que Dios te está mostrando: la visión celestial. Dios la revela en el Hijo para que seas participante. Para participar de ella, necesitas escuchar con profesión de fe. No podemos asumir este desafío que tenemos para este momento, con una mentalidad de novatos.

Aquellos improvisados que salen a levantar una iglesia, según lo que ellos creen, rentan un local contratan músicos rebeldes, consiguen creyentes carnales que seducen de otra congregación y levantan su propio grupo, y que creen que así están «haciendo la obra». Existe una cantidad de albañiles afiebrados que Dios no ha posicionado ni ha constituido, ha restado seriedad, efectividad, a la edificación de la iglesia de Cristo. Sumados a aquellos que con altanería o a veces también con prepotencia e ignorancia creen que están haciendo la obra de Dios, porque repiten lo que otros les enseñaron a hacer. 

La profesión de la fe exige entendimiento para que haya profesionalismo, que se asuma con una mentalidad de gente profesional. No me refiero a aquel académico rígido, materialista, que está buscando una carrera para ser exitoso. Hablo de la profesión del entendimiento real de este diseño que, con un sentido, no de competencia sino de ser competente, se prepara con disciplina, con entrega y con dedicación para hacerlo no como amateur, no como novato, sino como profesional. 

Las amenazas que enfrentamos son muchas, el pecado del hombre ha sido el mismo solamente que varían sus expresiones en su ropaje de acuerdo con cada contexto histórico y cultural. En esencia, es la misma reproducción del mal de Adán, de aquella naturaleza que, guiada por su conocimiento y pensando resolver los asuntos de la vida desde su propia propuesta, rehúsa alimentarse de lo que Dios establece como vida.